viernes, 24 de septiembre de 2010

Las series de mi vida. Toma I

Hacer listas es una manera de ordenar la memoria. El otro día me puse a confeccionar una en la que fui apuntando todas las series de televisión, desde que tengo algo parecido a uso de razón, que más me han impactado, influido, marcado, en mi vida. Y aunque dejé fuera muchas series que he visto pero que, realmente, no han actuado sobre mí de una manera tan tajante, la lista acabó teniendo 60 números. Así que, ya que pasé ese rato, lo voy a colgar en el blog.

La lista no sigue un orden de interés, no va desde la que menos me ha impactado a la que más; sigue un orden cronológico, desde la primera que recuerdo a la última. Las cinco primeras son:

60.- EL CONDE DE MONTECRISTO.

Con Pepe Martín. Creo que es la primera serie que recuerdo, no con muchos detalles pero sí tengo la impresión que aquella adaptación de Dumas, que en aquel momento yo no tenía ni idea de quién era Dumas, despertó en mí una expectación tremenda. Casi de un modo inconsciente, comprendí que la venganza es una trama estupenda para captar el interés del espectador. Fue la primera serie con venganza en mi vida, pero no la única.

59.- PIPPI CALZASLARGAS

Una vez escuché a la profesora Rosa Tabernero, de la Universidad de Zaragoza, explicar que uno de los datos que demuestra qué es España frente al resto de Europa era que mientras en España los niños leían "Marcelino, pan y vino", en Europa se leía "Pippi Calzaslargas". Yo no llegué al libro de Pippi; a mí me asaltó, directamente, la serie de televisión. Y se convirtió en una cita imposible de eliminar de mi rutina. Aquella serie fue todo un cambio en mi manera de entender la niñez, las responsabilidades, los vínculos, el sentido de la dependencia,...la libertad. De todo eso me doy cuenta ahora pero sería absurdo pensar que toda esa teoría no germinaba en mi mente infantil. Pippi era una niña, no un niño, como venía siendo habitual en los protagonistas; ella era fuerte, se defendía muy bien sola y era feliz en esa especie de anarquía en la que vivía; comía dulces cuando le daba la gana y tenía un sentido del compañerismo y de la amistad admirable. Lo que no llegó a transmitirme jamás fue ese amor por convivir con un mono y un caballo. Muy Eloy de la Iglesia. Muy ochentas.

58.- HEIDI

Mentiría si dijese que no me tragué Heidi desde el capítulo 1 hasta que Clara empieza a andar. Es verdad que en aquellos años era más fácil mantener una disciplina de espectador con la televisión y con sus series. No había mucha variedad y tampoco había mucho más que hacer, aparte de salir a jugar a la calle o hacer los deberes. Supongo que por haber mantenido mi interés durante capítulos y capítulos, he metido Heidi en esta lista. Y porque, esa serie japonesa fue la primera que me hizo llorar delante de una pantalla. Lloraba todo el rato. Si se perdía Copito de Nieve, lloraba; si Niebla se comía a Pichí, lloraba; en cuanto aparecía la abuelita ciega de Pedro, yo lloraba; cuando se llevan a Heidi a Frankfurt, a llorar,... Todo lo fuerte que me había hecho Pippi se fue al garete con Heidi, que me despertó el rasgo sensible. Con Heidi descubrimos que había padres que se tenían que separar de sus hijos porque tenían que viajar a otro lugar por motivos de trabajo y que los abuelos podían acabar educando a los hijos, algo que tres décadas después está perfectamente integrado en nuestra sociedad. Y la serie creó un personaje, la señorita Rottenmeier, que nos sirvió durante años para clasificar a todos esos adultos que nos parecían insoportables.

57.- LA CASA DE LA PRADERA

Dos series seguidas buscándote la fibra sensible podrían ser la causa, en un básico análisis freudiano, del hombre que ahora soy. Sentarnos a ver La casa de la pradera era casi un ritual familiar. Era como ver Cuéntame en la actualidad. Las desgracias de la familia Ingalls nos hacían pensar que las nuestras eran 'pecata minuta'.
La resignación y la fe cristiana como herramientas para afrontar todos los obstáculos, serían argumentos suficientes como para que detestase la serie hoy. Pero en aquel momento...imagino que la familia que llora unida,... Pero había dos cosas que me fascinaban en esa serie: una eran los créditos del principio, con Laura, Mary y Carrie, las tres hijas, corriendo ladera abajo. Cada sábado -creo que se emitía los sábados- la pequeña Carrie (interpretada por dos actrices distintas) se daba una hostia tremenda y nosotros en casa, muy básicos, nos descojonábamos. Y dos, Nellie Oleson, la hija mayor de los propietarios de la tienda del pueblo. Ese personaje orgulloso, malvado, siempre pensando en humillar, con esos tirabuzones,...me encantaba. Lo odiaba, pero reconozco que cuando aparecía en el capítulo, el episodio ganaba interés para mí.

56.- BUSQUEN A CHRISTIE LOVE

Muy pocas personas de mi generación se acuerdan de esta serie. En España, la serie se tituló Busquen a Christie Love, pero en inglés era Get Christie Love!, con signo de exclamación.

Recuerdo algunas notas de la sintonía, en una cabecera en la que la actriz, Teresa Graves, corría por las calles de Nueva York con un pelo afro espectacular y unos trajes de chaqueta y pantalón modelo 1974 realmente maravillosos. Ella ganó el premio TP en 1975 a mejor actriz extranjera. Creo que nunca se lo enviaron. Ella tampoco lo reclamó.

Mi hermana y yo jugábamos a correr como ella, pistola en mano, por el pasillo de casa. Aún recordamos una anécdota al respecto.

3 comentarios:

  1. Yo si recuerdo "Busquen a Christie Love" Sr. Paco Tomás... Me suena que era contemporanea de "Los Hombres de Harrelson" en TVE.
    Me encanta su lista y aguardo con interés el resto de ella, porque veo que compartimos gustos.

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  2. Yo tambien la recuerdo, tenia 5 años y jugaba en la escuela haciendo de Christie, aunque realmente era un niño. Los Hombres de Harrison se emitió poco despues.Nunca la he olvidado a pesar de mi corta edad. Cuanto me gustaria volver a verla.
    Saludos. Antonio

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  3. ¡Qué recuerdos tan buenos Antonio!
    Tengo que recuperar esta sección, que nunca tengo tiempo de ná.
    Un abrazo

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