miércoles, 31 de marzo de 2010

Reflexiona, que algo queda

“Yo donde mejor reflexiono es sentado en la taza del váter”, dijo Josep, en un discreto homenaje a Albert Boadella. Así que todo el grupo, menos él, hemos decidido pasar la jornada de reflexión fuera de casa. El día previo a unas elecciones finge tener la función de otorgar un descanso de mítines y descalificaciones, confiando en una olvidada capacidad para pensar en todo lo escuchado y considerar nueva, o detenidamente, nuestra decisión al respecto. “Con la semántica en la mano, esta jornada es una chorrada que bien podría reciclarse a Día Internacional de la Media Tupida porque, para lo que se reflexiona hoy, mejor sería tener las medias a mitad de precio”, apuntó Marta. “Para poder reflexionar primero hay que tener ganas de pensar. Y pensar es el trabajo más difícil que existe; por eso hay tan pocas personas que lo practican”, añadí, todo solemne. Mientras, Emma, la ex secretaria rubia de nuestro ex psicoanalista, vio pasar una nube de polen y se quedó boquiabierta hasta que la perdió de vista. Entrañable. “¿Os apetece reflexionar?”, pregunté, así en general. “A mí me apetece una manzanilla, que tengo el estómago revuelto”, comentó Encarna. “Creo que realmente nadie suele dedicar tiempo a la reflexión. Pensamos que eso es patrimonio de filósofos y místicos y que nosotros bastante tenemos con llegar puntuales al trabajo. Si no reflexionamos durante el resto del año, ¿por qué íbamos a hacerlo hoy?”, cuestioné. “Yo sí reflexiono. Sobre todo las piernas. Me encanta reflexionar las piernas, que me han dicho que es buenísimo para los glúteos y para el abdomen. Hasta Emma reflexiona, ¿verdad Emma?”, lanzó Marta. Y Emma sonrió. “Perdonad pero estaba en otra cosa. ¿Qué decís?”, añadió. “Nada preciosa. Hablábamos de política”, apuntó Marta. “Yo soy apolítica”, dijo Emma. “¿Veís? Rubia, con derecho a voto y apolítica... no hay nada que reflexionar. Esta jornada de hoy debería llamarse jornada de aceptación, en la que uno tiene 24 horas para aceptar dónde vive, la categoría crítica de sus contemporáneos y asumir lo que se avecina, para que no duela”. No sé si Marta fue un poco dura en su análisis, aunque creo, como ella, que los resultados electorales siempre confirman lo poco que se reflexiona antes de acudir a las urnas. Sin embargo, la rubia de Emma no se mosqueó.



Artículo publicado el 26 DE MAYO DE 2007

El surtido de galletas



En ocasiones, los planes organizados con tanta anticipación como deseo se acaban desvaneciendo entre tanta expectación, como si cayesen de rodillas al suelo, heridos de muerte tras ser alcanzados por el proyectil de la espontaneidad. Vamos, que habíamos montado una cena para que Marta nos contase la inquietante experiencia de asistir a un concierto de Julio Iglesias, con el ingrediente adicional de saber que cada nota musical del recital salía a 6 euros, y acabamos tomando café con galletitas, flipando con lo grande y tupida que era la manta que cubría al govern de Jaume Matas. “Era como un invernadero de delincuentes”, dijo Santi. Y todos asentimos con la cabeza resignada y la boca llena de migas. De repente Marta, con la mirada anestesiada sobre el recipiente del surtido Cuétara, dijo: “Somos como las galletas de esta caja”. Nos miramos entre nosotros, disimulando el desasosiego, y tragamos como pudimos. “¿No os dáis cuenta? Todos preferimos los bocaditos de nata, las galletas de chocolate envueltas en papel brillante, pero la galleta calada, la sencilla galleta de mantequilla, esa no la pilla nadie. Qué injusto”, dijo. Antes de que pudiésemos levantarnos y salir corriendo de allí, con la excusa más peregrina, Marta continuó. “El mundo es un surtido de galletas. Si naces bocadito de nata, vas a tener muchas más facilidades que el resto para estar entre los elegidos. Puede que nazcas simple galleta de chocolate pero si tienes la suerte de estar bien envuelta, más de uno empeñará sus fuerzas por tenerte. Pero...¿qué pasa si eres la dichosa galleta calada, con aspecto de celosía monacal, sin papel brillante, sin chocolate, sin nata, sin nada?” Permanecimos unos segundos en silencio, con los ojos tristes clavados en el envase de plástico del surtido, con sus compartimentos perfectamente diferenciados: algunos ya vacíos, otros -como el de la galleta calada- sin estrenar. Entonces Emma, la ex secretaria rubia de nuestro ex psicoanalista, dijo: “Ahora han sacado otro surtido en el que esa galleta de la que hablas tiene la parte de abajo bañada en chocolate con leche. Está riquísima”. Pensamos que eso aún era peor. Que era como nacer corteza de pan de molde, ser la parte prescindible de un algo apetecible. “De hecho, han comercializado un pan de molde sin corteza”, recordó Santi. Y una jornada que en algún tiempo prometió desternillante, acabó en pesadumbre. Eso sí, nadie pilló la galleta calada. Ni siquiera en actitud de rendido homenaje.

lunes, 29 de marzo de 2010

El adversario

Parecen sacados de una novela de Georges Simenon, de un relato en el que no hay héroe, de un catálogo de seres humanos obligados a viajar al filo de sí mismos. La historia del ex gerente de Bitel tiene un ingrediente que podría seducir a Patrice Leconte, o a Michael Haneke, trasladando a la gran pantalla el episodio que desnuda al triunfador del barrio para dejar en pelotas al hombrecillo débil, al individuo casi anodino que acaba convirtiéndose en una víctima del sistema. Como en una versión menos sangrienta de El adversario, aquel suceso real que nos presentó a Jean Claude Romand, el francés que asesinó a su familia, a la que mantuvo engañada durante 18 años haciéndoles creer que trabajaba como médico, Damià Vidal ha adoptado el rol del personaje perdedor, del ‘pobre hombre’ que no sabía decir que no, del individuo gris que intenta brillar ante los ojos de su familia, concediendo todos los caprichos que la engrasada voracidad del sistema reclama. Aunque para ello tenga que negociar préstamos personales con fondos públicos. Uno tiene la impresión que el anterior gobierno de Balears, incluso el de Palma, estaba compuesto por el reparto de una obra de Tennessee Williams; el perfil psicológico de los personajes no tiene desperdicio. Aquellas razones que en los libros de caballería se sustentaban en el honor, hoy sobreviven gracias a la deshonra. El guión distrae la atención del espectador sobre el delito para enfocar la supuesta motivación, algo infinitamente más atractivo, desde el punto de vista dramático, que la propia falta. La cocaína tuvo la culpa, la familia y sus caprichos tuvieron la culpa, el sistema tuvo la culpa. El mismo sistema que contempla la libertad provisional pasando por caja. Pero una cosa te voy a decir: una mente acostumbrada a escribir guiones es una mente desconfiada; nunca se fía de los personajes. Por eso llevo días imaginando a los protagonistas de estas historias sonriendo, sabiendo que quizá esa deshonra es el atenuante que más le conviene para poder escapar del callejón sin salida con el menor número de brechas posible. En cualquier caso, los que deben estar frotándose las manos son los psicólogos. Con políticos como estos, tendrán trabajo hasta los Juegos Olímpicos de Londres 2012.


Artículo publicado el 26 DE ABRIL DE 2008.

Baleares sigue empapelando políticos corruptos desde entonces...

domingo, 28 de marzo de 2010

Yo no me llamo Paquito

Entiendo a Carod-Rovira. Hasta comprendo que no pudiera reaccionar con mesura ante la insistencia de algunos ciudadanos, invitados al programa de TVE1 Tengo una pregunta para usted, en llamarle Jose Luis cuando él responde al nombre de Josep Lluis. Y este insólito acercamiento a un político con el que no me iría de copas, suponiendo que estuviera lo suficientemente borracho como para hacerlo con alguno, se debe a esa especie de complicidad irracional que vincula a dos desconocidos que, en algún momento de su vida, han fotocopiado las emociones. No hay nada que me incomode más, que me inquiete, que preceda, inconscientemente, al recelo hacia un individuo, que alguien que me llame ‘Paquito’. Especialmente cuando apenas nos conocemos. “¡Qué pasa, Paquito!”, con tono campechano y misteriosamente familiar, es una de las frases más estremecedoras que puedo escuchar. Incluso más que el ‘te voy a ser sincero’ que se antepone a la puñalada. Más aún que cualquiera de las que se pueden echar en cara las concursantes de SupermodelCursivao. Sueño con el día en el que me basten unas palmaditas en la espalda, acompañadas de un ‘hombre, Paquito, ¿cómo va todo?’, para girarme, con cara de nacionalista, y responder: “Yo no me llamo Paquito. Me llamo Paco. Aquí y en la China popular. Ni soy tu amigo, ni creo haberte dado ninguna confianza para que utilices un diminutivo que, por otra parte, me horroriza solo para intentar un acercamiento personal que yo no he provocado”. Y quedarme más ancho que un Josep Lluís. Y si pudiera hacerlo frente a una señora de Valladolid, lavada y marcada para ir a la televisión, de esas que, quizá, no tengan ningún interés en aprender catalán y miren, orgullosas, a sus cachorros ondear banderas preconstitucionales en los desfiles de las Fuerzas Armadas porque en su familia eso siempre se ha vivido con una “extraordinaria placidez”, ya me daba con un canto en los dientes. Pero no siempre se pueden matar dos pájaros de un tiro. La mayoría de las ocasiones, ni siquiera uno.

Artículo publicado el 21 DE OCTUBRE DE 2007

sábado, 27 de marzo de 2010

Diosas del Olimpo (II). Dalida

Crisis según Tamara


Con la economía pasa como con el cine de David Lynch: todo el mundo sabe que es importante pero muy pocos lo entienden. Pues algo así nos sucedió la otra tarde, cuando quedamos en un céntrico bar para consolar a Marta. “¡Cómprate una casa! ¡Deja de tirar el dinero en alquileres!”, repetía Marta, imitando el tono consejero que sólo sabe poner una madre. “¿Por qué le haría yo caso?”, se lamentaba mientras miraba una foto de Jean-Claude Trichet, como quien mira la razón de todos sus males. Marta está sumergida en una tortuosa relación con su entidad bancaria, que ha logrado la carambola de que el Euribor esté a un interés más alto que el de su hipoteca. O algo así intentaba explicarnos entre lágrimas. “¡Y me toca que me la revisen ahora!” Y pidió un orujo. Yo sabía que lo que le estaba sucediendo a Marta era importante pero...no entendía nada. No sé hacer la declaración de la Renta, todo ese universo numérico de sumas, restas y tantos por ciento me es tan ajeno como la mecánica. Por eso soy un ser vulnerable durante el mes de junio; un individuo desvalido al que solo le queda confiar en la bondad de los desconocidos gestores. Estoy convencido que una encuesta callejera demostraría que la gente no sabe exactamente qué significa inflación, o desaceleración. Sólo dirían que, normalmente, esas palabras venían acompañadas de malas noticias. Y de repente Emma, la rubia ex secretaria de nuestro ex psicoanalista, famosa en el círculo de amistades por confundir un melanoma con un megalómano, dijo: “Es que lo que el gobierno no puede seguir ocultando es que estamos inmersos en una crisis. Nada de desaceleración. Cri-sis”. Hasta Marta dejó de quejarse y centró su atención en la rubia. “A mí me pasaba como a vosotros -explicó Emma-, que tampoco entendía nada de economía. Pero el secreto está en que alguien sepa contarte, con claridad, lo que está sucediendo. Y yo lo entendí todo cuando escuché por la tele a Tamara Falcó”. Marta rompió a llorar de nuevo por no romperle a Emma la nariz. La hijísima de Isabel Preysler y el marqués de Griñón explicó que, desde que se independizó en una de las zonas más caras de París, se había dado cuenta de lo duro que era vivir con un presupuesto. “Es que voy a comprar lo que sea y el dinero se me escapa enseguida”, comentó la Falcó. “Y a eso se le llama crisis”, añadió Emma. Y Marta, además de sufrir una subida de tipos, notó cómo le subía la bilis.


Artículo publicado cuando nos llegaban los rumores de la crisis y aún no sabíamos lo que se nos venía encima...


Orar en el desierto


Ya me habían prevenido de ello. Dicen que es más habitual de lo que uno piensa. Pero yo me siento como John Locke en las primeras temporadas de Perdidos: presiento que hay alguien ahí pero no lo veo, no lo leo. Cuentan que hay que tener paciencia, incluso fe. Seguir haciendo lo que estás haciendo aunque no recibas respuesta. Publicar, publicar con puntualidad suiza aunque el feedback que obtengas sea muy francés, muy distante. Los que saben de blogs aseguran que sucede siempre: las personas te leen pero muy pocas, o ninguna, comenta lo que lee. Por eso me recomendaron que añadiera un contador de visitas. De esa manera tendré conciencia de que la gente entra en mi blog aunque cada actualización mía llegue acompañada de cero comentarios. Quizá haber abierto este blog sea lo más cerca que esté de la parafernalia religiosa, del sentimiento cristiano, de orar en el desierto. Aunque sepa que este desierto está superpoblado. Como sucedió con la isla de Lost.



viernes, 26 de marzo de 2010

Lluvia


Ella iba subida en el manillar de una bicicleta, como un inquieto mascarón de proa. Él, bromeaba manejando el vehículo con dudosa destreza, pero eso no parecía preocuparles; más bien al contrario. Ella era Katharine Ross. Él, Paul Newman. Y mientras, sonaba Raindrops keep fallin on my head, de Burt Bacharach. Pues bien, nunca entendí qué pintaba esa canción en esa película. De hecho, la mítica secuencia parece un video clip enmedio de la historia de Butch Cassidy y Sundance Kid. La canción se me antojaba metida con calzador, como si en la mitad de Lawrence de Arabia, entre las dunas de sol cegador, sonase algo de Simon y Garfunkel. Pero eso no era de lo que yo quería hablar. Voy a centrarme en la sensación que me produce esa canción y todas las canciones que hablan de la lluvia: melancolía. Lo sé, en eso soy más previsible que la programación de las bases de los temas de Natalia, la de Operación Triunfo. Es una melancolía apetecible. Desde No more tears hasta La gata bajo la lluvia. Pero en casi todas ellas, sus intérpretes están maravillados con la idea de empaparse vivos. Y ahí es donde entra mi trauma número 109 (es que ya los numero). La lluvia, cuando cae sobre mi piel y ropa, cuando empapa, jugando a depurarte como en el sueño reparador que el cine inmortaliza para ganarse nuestra emotividad, me produce un abandono a la representación de la desgracia más incontrolable. Estar empapado te vuelve vulnerable, indefenso. Como si cada gota de lluvia arrastrase tu energía y la abandonase en un charco de la calle. “¿Sabes? Toda esta chapa no tiene ningún sentido”, dijo Marta, tan implacable como siempre. “¿Has pensado que con un paraguas ya no hay conflicto?” No me entiende. A mí el paraguas me parece un complemento castrador que inutiliza una de mis manos impidiendo que pueda interactuar libremente con todos los obstáculos que brinda la ciudad, especialmente en día de lluvia. “Vale. Pues te jodes y te mojas”, sentenció. No me entiende. Ni ella ni varios millones más.

jueves, 25 de marzo de 2010

Honorables sinvergüenzas de serie B


Te confieso que llevo unos meses envuelto en una sensación agridulce. Y antes de que crezca en mí un complejo de menú de restaurante chino, voy a verbalizar mis sentimientos, que mi ex psicoanalista me hacía mucho hincapié en eso. Siempre tuve la sensación de que la isla albergaba en su interior un secreto que tarde o temprano saldría a la luz. Y no estoy hablando de Perdidos. Hablo de la envidia insana que me provocaba ver aquellos informativos que se abrían con el desmantelamiento de redes corruptas en Marbella. Soñaba que algún día, el foco de la justicia se girase hacia Mallorca y por fin destapase toda esa podredumbre que muchos olfateábamos pero que, como sucede con los pedos, fingíamos no estar oliendo. Y ahora que eso sucede, ahora que no hay semana en la que la maniobra corrupta insular no ocupe titulares en los medios nacionales, ahora voy y me entristezco. En la península ya se empieza a hablar de Mallorca como hace unos años se hablaba de Marbella: como el entorno natural del corrupto. “¿No me crees?”, me decía un conocido, a principio de semana. “Prueba a poner ‘Mallorca’ en el Google Earth. Ya verás como sale entre rejas”, bromeaba. Sin intención de valorar su mediocre sentido del humor, lo cierto es que los políticos mallorquines van a tener que trabajar duro para limpiar una imagen que no entra en luz ni con Vanish Oxy Action. A veces pienso que estoy viendo una película de serie B. Como si una legión de hombres sin alma hubiese hecho de Mallorca su feudo hasta que los buenos, liderados por un Val Helsing con la cara de Hugh Jackman, los va atrapando y encerrándolos en la cárcel. Lo malo de las pelis de terror es que siempre soportan una segunda parte. Y una tercera. Y hasta una saga. Dice nuestra amiga Marta que eso podría suceder porque los corruptos no se redimen. Su deterioro ético va en el adn. Un adn corrupto. Leo que el alcalde de Llucmajor, el popular Lluc Tomás, dimite tras ser condenado a 3 años de cárcel por malversación. Y el PP balear ve su dimisión como un gesto de honorabilidad. ¡Hay que joderse! Que encima de sinvergüenzas, sean honorables. Honorables sinvergüenzas de serie B.


Hace tiempo que publiqué este artículo. Hoy, el ex presidente del Govern balear, Jaume Matas, declara por tercera vez en los juzgados. No creo en la justicia divina. Sólo espero que la humana haga bien su trabajo.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Entrevistas Imposibles. "La pequeña cerillera"

Las "Entrevistas Imposibles" nacieron en un coche, bajo una lluvia mallorquina. Marisol Ramírez, una de las mejores periodistas -sin licenciatura- que yo me he cruzado en mi vida, me contaba lo interesante que podría resultar entrevistar a personajes de ficción. Ella, en aquel momento, presentaba La Ventana de Mallorca, en la SER, y yo colaboraba en esa emisora desde hacía algunos años. Me propuso que escribiese algunos y comenzásemos la sección, a ver qué pasaba. Aquello acabó siendo un éxito que, con el tiempo, salvó barreras geográficas y acabó en Madrid, retransmitiéndose en ámbito nacional y en la frecuencia de 'La Plaza' de RNE. La periodista encargada, en este caso, de dar la réplica a los personajes de ficción era Beatriz Pécker. Trabajar con ella fue todo un acontecimiento porque, posiblemente, sea uno de los profesionales más amables, más educados, más espontáneos con los que me he encontrado. Les aseguro que en esta profesión también se hidratan mucho los egos y, lo peor de todo, es que muchos creen que la mejor manera de acrecentar su valía es desprestigiando a los demás y haciendo de su carácter una especie de muro de metacrilato feísimo y antiestético de cojones. Bea no era así. No es así. Delante del micro era profesional como la que más pero eso no impedía que fuese generosa con sus colaboradores y tremendamente agradecida. Y en mi caso, que tenía que defender una sección de humor al final del programa, había una característica de Bea muy importante: su risa. 'La Pécker' tiene una de las risas más contagiosas y saludables que yo he sufrido en mi vida. Y digo sufrir porque era realmente difícil intentar mantener el tipo en el personaje cuando ella rompía en una carcajada. Y si no me creen, aquí les dejo una prueba: La Pequeña Cerillera.



martes, 23 de marzo de 2010

Diosas del Olimpo (I). Vivian Caoba

Historia Universal del Corazón

Tengo una amiga, Luz, que archiva sus relaciones sentimentales como si se tratase del índice de un libro de Historia. “Me siento Bagdad”, soltó la otra tarde. “Estoy continuamente bombardeada. Explosiono cada día sin tener ni idea de dónde o cuándo mis vísceras acabarán esparcidas por el suelo. Y todo por culpa de alguien que, un buen día, decidió salvarme”. Me encanta sentarme a escuchar sus comparaciones. Le he dicho ya varias veces que debería publicarlas pero ella esconde la mirada, pudorosa, y niega con la cabeza, sin dejar de sonreir. “Mi relación con Marcelo fue como la revolución industrial: yo tenía una vida sexual basada en el trabajo manual hasta que entró en ella la mecanización. Y claro, la máquina superó al humano y le tuve que dejar”, me contó una vez. Y se quedó tan ancha. Su romance con Fran estuvo marcado por la reconquista: él se trasladó a casa de Luz y un buen día se dio cuenta de que la que vivía de prestado, bajo su propio techo, era ella. Así que inició la reconquista y acabó echándole de casa. “Recuerdo que cuando le ponía la maleta en la puerta le dije: ‘Y ahora llora como un hombre lo que no has sabido mantener junto a una mujer’. Y sin soltar un duro de derechos de autor”, añadió. “Los tres meses con Rafa fueron mi revolución de octubre particular. No teníamos patria, ni dios, ni amo, ni casa, ni trabajo”. En aquella época tenía un perro llamado Stalin. “¿Te has fijado que Stalin, el de verdad, no el perro, era como Ronald Reagan de joven pero con bigote?”, dijo, en medio de una vorágine de recuerdos. La última relación sentimental de Luz ha sido Ramón. Ella estaba manteniendo, por ese miedo idiota a sentirnos solos, una relación muerta con su anterior pareja hasta que apareció él. “Sintió que necesitaba que invadiera mi vida y lo hizo”, contaba. Al año, cuando Luz se enamoró de él hasta el extremo de hacerse dependiente de sus besos, Ramón la abandonó. Desde ese día, Marta se despierta cada mañana con una explosión en su corazón. “Casi mejor que me hubiera dejado como estaba. Al menos entonces no sangraba tanto”, me dijo. Le acaricié la mano. Solo espero que pronto caiga su muro de Berlín.

(Artículo publicado el 25 DE NOVIEMBRE DE 2006)

El padre moderno y el niño salmón

Amigo, no entiendo nada, empezando por mí mismo. El detonante de todo esto no ha sido otra cosa que asistir a la materialización del padre moderno. Me explico, que diría Fraga. Volví a visitar a Juana y Mateo, aquellos amigos que tienen un hijo de 6 años con un cociente intelectual de 154. “Yo es que no soy un padre para Mateo -el crío se llama como el progenitor-; soy un amigo”, dijo. No sentía un malestar así desde aquel día de borrachera que me dio por imaginarme a Rabasco desnudo. Mateo padece una mutación del gen de nuestros padres que, tras varias generaciones sometidas a las radiaciones de lo políticamente correcto, presenta una malformación en el carácter que los hace francamente insoportables. “Comparto con Juana esos espacios de la educación tradicionalmente ligados a la mujer. No tengo problemas en expresar mis emociones y que el niño lo vea. No marco diferencia de roles. Sustituyo el azote por la ternura y el diálogo y hacemos muchos planes juntos. Vamos, que lo he compartido todo menos la lactancia”, apuntó. “Pues deberías probarlo. Tiene su punto”, dije, sin lograr ningún tipo de empatía. Mientras, Mateo veía en el dvd la serie Cosmos, de Carl Sagan. “Y...¿no debería estar jugando con sus amigos?”, pregunté. “Prefiere ver documentales. Si algo te enseña la vida es que no se puede ir contracorriente”, dijo Mateo. Ahí estaba el padre del mes; el mismo tipo que le hacía ‘calvos’ a la policía en el Marítimo convertido en un consejero espiritual progre. Aprovechando un descuido paterno, fui a charlar con el pequeño Mateo. “Te voy a contar una cosa. Yo, cuando tenía tu edad, era como tú; tímido, prudente, tranquilo,...un niño modelo para mi madre. Hasta que un día me dí cuenta que lo que yo quería ser de verdad era un niño salmón. Avanzar contracorriente, no aceptar ‘lo normal’ como norma y conocer qué había más allá de la vereda del camino”, narré orgulloso. El pequeño Mateo apretó el botón de pausa del dvd, giró lentamente la cabeza hacia mí y dijo: “¿Eres gay?” No comprendo el motivo que me empujó a intentar conversar con ese ‘espasita’ que tiene Mateo por hijo. Eso me pasa por no recordar aquel consejo paterno de que no es bueno el que ayuda sino el que no molesta.

(Artículo publicado el 27 de noviembre de 2005)





Han pasado cinco años y aún hoy sigo encontrándome con niños salmón. Menos mal.

lunes, 22 de marzo de 2010

Kurt & Courtney. Capítulo II. "Tenemos que hablar"

En el capítulo de hoy, Courtney ha debido leer algún manual de pareja y descubre que el diálogo es fundamental en una relación. El problema es encontrar tema de conversación.





LUNES, MIÉRCOLES y VIERNES en "CARNE CRUDA" de RADIO 3

Intelectuales

“Como dijo Noam Chomsky,...” Y en ese momento, acumulo tensión, reacciono a la defensiva, me revuelvo como un gato al que acaban de aplastar la cola. Las citas célebres me producen una extraña desazón que me sitúa siempre contra su emisario, contra el inquilino de la palabra de otro. Y si encabezan frase, ya ni te cuento. La culpa de todo la tuvo Marta, que se empeñó en que pasásemos el día con su primo Luis Miguel, un tipo que ha hecho de la pedantería su tarjeta de visita. Y encima en plena campaña electoral, algo que, de entrada, condiciona la conversación. “Es muy importante que los partidos políticos cuenten en sus listas con intelectuales que permitan liberar el pensamiento, en ocasiones demasiado constreñido por la ideología”, dijo. Fue capaz de fusionar, en una misma frase y con una sola coma, ‘políticos’, ‘intelectuales’ y ‘pensamiento’, cuando todo el mundo sabe que las palabras son símbolos y hay símbolos incompatibles entre sí. Y mientras Luis Miguel hablaba y hablaba, me fijé en la cara de Marta. La tía tiene un talento colosal para hacerte creer que atiende a cada una de tus palabras cuando realmente está pensando en que si es verdad que más de la mitad de los españoles tienen un trastorno mental en su vida, eso aclararía mucho las cosas. Pero como yo no tengo esa habilidad y a mí se me nota que no estoy escuchando, opté por romper el soliloquio de Luis Miguel, alías Luismi, por mucho que le joda. “Yo creo que en la esencia del intelectual está ser crítico con el poder. En el momento en el que pasa a formar parte de una lista o pide el voto para una determinada fuerza política, pierde su categoría y su integridad”, dije, alucinándome yo mismo. “Como dijo Noam Chomsky, -¡y dale!- ‘un intelectual es toda persona que usa su cerebro’”, contraatacó el primo. “Eso confirma que el intelectual es una especie en vías de extinción. A la gente le importa un pimiento lo que opine Chomsky o Eco; ¿para qué queremos opiniones trabajadas si tenemos a los Ozores, que piden el voto para el PP en Mallorca? Además, los intelectuales son muy incómodos y muy arrogantes. Y tú muy pesado, Luismi”. Habló mi corazón y, acto seguido, me arrepentí. Pero aún fue mejor cuando Luismi descubrió que Marta no se había enterado de nada.

Artículo publicado el 19 DE MAYO DE 2007

sábado, 20 de marzo de 2010

Pensamientos matinales

Me desperté esa mañana con la noticia de que los pedos de canguro podrían ser un arma contra el cambio climático. Es lo que tiene el radiodespertador, que irrumpe en tu sueño con la precisión de una catana y nunca sabes por dónde vas a sangrar. Es como la ruleta de la información; cuando el reloj indica la hora marcada, el artefacto giratorio se detiene y desvela cualquier noticia, por absurda o terrible que sea. Y, casi siempre, gana la banca. En este caso, mientras desentumecía los músculos, pensé: “¿Rajoy y su primo dispondrán de algún dato más al respecto? ¿O quizá salgan a desmentirlo?” Sería interesante escuchar a Rajoy hablando de pedos de canguro. El locutor me informó que una bacteria de estos marsupiales es la responsable, ya que provoca que las ventosidades no contengan metano, algo muy propio en ovejas y vacas responsables, por otra parte, del 50% de esas emisiones de este gas en Nueva Zelanda. Y me dije para mí: “Ahora que tienes más datos ya te puedes levantar de la cama”. Da gusto despertar bien informado. Me puse las zapatillas y caminé hacia el cuarto de baño. “Es curioso”, repensé. “Han creado un robot que toca el violín, focas de peluche que reaccionan al tacto y el
iPhone será el regalo más buscado estas navidades, aunque haya que comprarlo por internet, y todavía no existe una empresa capaz de diseñar unas zapatillas de andar por casa bonitas”. ¿Para cuándo una zapatilla de andar por casa calentita, de diseño, que le entren a uno ganas de salir con ellas a tirar la basura? ¿Cuánto tendremos que esperar para que Camper, Prada, Dior, se den cuenta? Porque yo me niego a ponerme las de cuadros modelo Cuéntame. Y mejor no hablamos de esas que son como los pies de Espinete, que serán muy calentitas pero da miedo hasta calzárselas; que con ellas uno se convierte en un experimento genético entre Frodo Bolson y Bigfoot. Lo dicho, que el mercado de la zapatilla de andar por casa es muy desconsiderado. Aunque lo primero que voy a hacer hoy es salir a comprarme un despertador como Dios manda, que con el de radio no gano para sobresaltos.


Este artículo se publicó el 8 de diciembre de 2007. Días después recibí una llamada de una responsable de CAMPER para informarme de que su empresa sí diseñaba zapatillas de andar por casa y que, si le daba mi número de pie, me enviaría un par. Hoy, mis zapatillas de andar por casa son CAMPER. Confieso que no son bonitas (son como los pies de un teleñeco) pero por lo menos llevas el pie calentito. De PRADA y DIOR no obtuve respuesta.

jueves, 18 de marzo de 2010

La vida en un carnet




Un día de hace algunos años me entretuve abriendo cajas y organizando una vida: la mía. Descubrí que podía contar mi existencia a través de los carnets, de las identificaciones que he empleado durante mi etapa de estudiante y mis primeros pinitos como profesional. Me fascina la camisa de mi infancia (arriba izquierda) y me produce escalofríos el look del que presumía en los 80 (arriba derecha). Claro que el de centro izquierda tampoco se queda corto. Esto es una alineación y no la del Madrid.

La Noche en Blanco






SEPTIEMBRE, 2009

La trampa antiedad

“Los productos antiedad son como los pacientes de House: todos mienten”. Así de claro lo dejó doña Guillermina, una mujer de familia bien que invirtió gran parte de la fortuna de su marido en una interminable carrera contra el envejecimiento. “Yo, por herencia familiar, siempre he sido anti-radicales libres”, bromeaba, en sus buenos tiempos, mientras hojeaba la información nacional de un periódico de derechas. “Antioxidantes, melatonina, ampollas de Gerovital, toda la gama de cosmética de La Mer,... Lo he probado todo y mírame. Sigo teniendo 78 años”, se quejaba. Doña Guillermina no quería atajar el paso del tiempo; quería invertirlo, como Fedora. “Ya te darás cuenta de lo terrible que es el primer día que te sitúes frente a una jovencísima dependienta para comprar tu primera crema antiarrugas. Te aseguro que no lo olvidarás nunca”. Y lo contaba como si hablase de un fusilamiento durante la Guerra Civil. “La dependienta te observará con la mirada luminosa, la sonrisa perfecta y el rostro hidratado. Hablará maravillas del producto que está a punto de venderte y tú, ciega de fe, creerás todas y cada una de sus palabras pensando que esa crema te convertirá en el reflejo de esa dependienta, sin darte cuenta que ella deslumbra no porque use cremas antiedad sino porque tiene treinta años menos que tú.” Y uno la escuchaba y creía estar viendo a Nuria Espert en una versión teatral de Mr. Skeffington. “Ese tipo de productos deberían estar prohibidos. No se puede jugar con nuestras emociones como lo hacen las empresas cosméticas”, reclamaba, mientras la televisión informaba sobre el abuso de la industria farmacéutica en el Tercer Mundo. Entonces, me atreví a decir: “Las arrugas son vida, experiencias. No debería eliminarlas de su rostro. Son un orgullo”. Me miró como si hubiese blasfemado y añadió: “Mis experiencias están en mi memoria, en mis álbumes de fotos y hasta en los 50 años que Televisión Española no deja de cumplir. Por mí, como si todas esas experiencias quieren estar dando vueltas por el salón de casa. Que estén donde quieran menos en mi cara.” Ayer me he comprado el Anti-Rides de Biotherm. Creo que tengo que hacer algo con mis arrugas de expresión.


(Artículo publicado el 10 de diciembre de 2006)


miércoles, 17 de marzo de 2010

"D-Calle" / Marbella

Uno de los trabajos que más madrugones me ocasionó en menos tiempo y que, sin embargo, me arrancó un buen número de carcajadas fue éste. Uno de mis cometidos como guionista del programa D-Calle (el late night presentado por Cayetana Guillén-Cuervo y dirigido por Antonio Trashorras en noviembre de 2006) eran estos videos con La Terremoto de Alcorcón. He trabajado tantas veces con esta mujer que debería existir entre nosotros esa química (y física y latín y conocimiento del medio,...) que tenía Almodóvar con Carmen Maura o Vicente Aranda con Victoria Abril, eso de entenderse con una mirada. Empleo el condicional porque viendo cómo acabaron los tándem Almodóvar-Maura y Aranda-Abril, casi preferiría que no hubiese tanta mirada cómplice y conservar la amistad de ese talento insurrecto que se llama, en la intimidad, Pepa. El caso es que en esta sección del programa, La Terremoto nos contaba, a modo reportaje, cómo era su vida en diferentes ciudades del mundo. En un principio, íbamos a grabar en Londres, París, Berlín, Nueva York,... Al final, y gracias a esa palabra mágica de las productoras que se llama 'presupuesto', acabamos rodando en Madrid, Barcelona, Santander y Utrera, entre otros destinos turísticos españoles. Solo hicimos dos salidas al extranjero: Amsterdam y Lisboa. Un lujazo. Sin darnos cuenta, nosotros, hace cuatro años, ya hicimos Callejeros Viajeros y Españoles por el Mundo...toma vanguardia. Helena Serrano a la cámara, Jesús Díaz en la producción, La Terre frente al mundo, y un servidor formábamos este equipo de Callejeros tan fuerte. En esta ocasión, La Terre sobrevivía en Marbella.



martes, 16 de marzo de 2010

Okupa paredes

La palabra 'Flex'

Recuerdo la mañana en la que todo el mundo me hablaba de Marbella. Fue curioso contemplar cómo los espectadores del Telediario de las 3 podían debatir con los consumidores de Aquí hay tomate. Ambos tenían datos, argumentos, declaraciones que aportar al caso de corrupción urbanística más escandaloso de España. A eso le llamo yo fusión y no a lo de Ketama. “Estoy segura que el juez que instruye el caso se ha tragado todos los programas del corazón”, apuntaba Marta. “Han aportado más pruebas que la propia investigación”. Y entre risas y rumores, se me escapó un: “pues ya veréis el día que alguien encienda el foco sobre Mallorca”. Pequeños deseos que uno, cada minuto que pasa más descreído, no piensa que se vayan a cumplir jamás. A principios de esta semana, Marta me llamó para darme la buena noticia. Alguien había encendido la luz y dirigido su haz hacia la isla que, en apenas veinte años, había sido capaz de convertir montañas en cemento. “¿Ves como en ocasiones los deseos se cumplen?”, me decía Marta. “Si eso es así, tenía prioridades”, apunté. “Puestos a elegir, me venía mejor hacer realidad ese deseo que tenía que ver con Matthew McConaghey y una suite del Plaza”. “Lo malo es que en Andratx, por no tener no tenemos ni un alcalde liado con una folclórica, ni una ex del alcalde de tertuliana en A tu lado. Así es imposible lograr una buena cobertura del caso”, contaba ella, toda convencida. “La verdad es que lo siento por el pueblo. Como no tenían bastante con un ciudadano suyo en Gran Hermano, ahora esto...”, frivolicé un poco. “No te burles”, soltó Marta. “Como dijo el presidente Matas, este es un caso que debería hacernos reflexionar a toda la sociedad”, añadió. Por ahí sí que no paso. Yo no tengo nada que reflexionar porque no escondo cajas b, ni tengo ‘amigos’ constructores, ni potestad para recalificar terrenos, ni coches de lujo con los que pasearme por la ciudad. Que reflexionen ellos. Parece que todas las frases que contienen la palabra ‘flex’, les provoca un sueño profundo del que sólo les despierta una orden judicial. Que reflexionen ellos, que yo ya estoy harto de hacerlo.


Este artículo se publicó en el Diario de Mallorca el 3 de diciembre de 2006. Hoy, casi cuatro años después, hay más de 20 políticos imputados por corrupción en Baleares. La mayoría del PP y de UM (Unió Mallorquina)

lunes, 15 de marzo de 2010

Frases Peta Zeta

Creo que fue Jorge Semprún el que escribió que la tranquilidad sólo se consigue luchando. Es la típica frase bonita con la que podemos justificar la mayor de las atrocidades pero quedar como unos señores, demócratas para más señas. Y yo, que ya sabes que a estas alturas tengo menos principios que finales, estoy dispuesto a luchar lo que haga falta para acomodarme en mi tranquilidad, que puede que no sea la de nadie más; que sea, única y exclusivamente, mi tranquilidad. Por eso he iniciado una batalla personal contra las frases Peta-Zeta, en homenaje a aquellos caramelos con chasquidos de nuestra infancia. Son frases coloquiales, puede que hasta triviales, aparentemente inofensivas, pero que llevan una bomba lapa de regalo: un subtexto de alumno aventajado, de intelectual de Babelia, que me saca de quicio y me roba la tranquilidad. La hegemonía en ese universo de palabras la tiene la expresión: “Me gustaba más antes. Ahora se ha vuelto muy comercial”. Al pronunciar esas frases, las letras deberían comenzar a estallar en la boca de su autor, como si fueran Peta-Zetas, y arrancarle la lengua y parte de la mandíbula como justo pago a su prepotencia. Perdona que utilice este lenguaje en época de paz y diálogo pero es que me supera. Es tan emocionante descubrir a Michel Houellebecq en La posibilidad de una isla y que llegue alguien y rompa la agitación del hallazgo con un: “Ese no es tan bueno. Está mucho mejor Plataforma o Las partículas elementales. Para mí que necesita unos años de descanso y renovarse”. ¡¡Booomm!! Media boca en el suelo. Ya verás la de tiempo que vas a tener en el postoperatorio para leerte todo Houellebecq, hasta lo más ‘flojo’, imbécil. O escuchar por primera vez a Belle and Sebastian con The life pursuit -no todos podemos estar tan atentos a las trayectorias de los artistas de la escena independiente- y que aparezca el listillo de turno dispuesto a fracturarte la ilusión con un “se han vuelto muy comerciales. El If you’re feeling sinister y, desde luego, Fold your hands child, you walk like a peasant, eran mejor. Ya no quieren ser una banda, ahora quieren ser estrellas del pop y eso les resta autenticidad”. ¡¡Booomm!! ¿Ves esa cosa deforme y rosada en el suelo? Es tu lengua. Qué lastima no poder seguir escuchando tus sabios consejos pero es que...necesito tranquilidad.


(ARTÍCULO PUBLICADO EN EL 'DIARIO DE MALLORCA' EL 1 DE ABRIL DE 2006)



Una mañana

Una mañana, se prometió que no iba a esperar más. Que el que esperaba, desesperaba, y que aguardar sin razón dilataba el tiempo, como quien ansía agua en el desierto. Se juró nunca más susurrar su nombre a escondidas, como quien toma una última bocanada de aire antes de sumergirse de nuevo en las profundidades del secreto. Se exigió borrar de su mente su solo recuerdo, para que no le asaltase en las noches frías, cuando cerraba los ojos y se entregaba al silencio. Se argumentó de razones para seguir adelante, impidiendo que las notas de una melodía humedeciesen y enturbiasen su paso. Se marcó metas, objetivos, horizontes, puntos lejanos que sirviesen para dejar de caminar sin rumbo fijo sobre un par de suelas desgastadas. Se anuló la capacidad de acariciar la mano amada, de amar la caricia ajena y de amarrar el amor imposible. Se retó a olvidar su número de teléfono, para evitar la tentación de llamarle. Se cuestionó su antes, su hoy y su mañana. Se transformó en quien no era por miedo a parecerse a quien presentía que llegaría a ser. Se alejó de la fuente de su dolor, calmando su sed en aguas saladas. Se travistió de frivolidad, se perfiló la sonrisa y ocultó la pena que oscurece la mirada bajo capas y capas de maquillaje para el corazón. Se negó la voluntad de asentir. Se prohibió recuperar sus palabras. Se propuso tomar el nombre de su Dios en vano y condenarse al fuego de los que aman sin ser amados. Se aisló de todo y de todos, amueblando su vacío, hasta que él le llamó. Escuchó su voz y nada de todo aquello encontró espacio en su memoria.

domingo, 14 de marzo de 2010

La felicidad

Miquel, nuestra amiga Julia se separa. Imagino la cara que se te ha quedado. Yo no ponía esa expresión desde el 81, cuando Julie Andrews enseñó los pechos en "Somos honrados ladrones". Y sé lo que estás pensando: Nos hemos quedado sin referentes. Han sido tantos años soñando que nuestra felicidad tenía que parecerse a la que vivían Julia y Marcelo que ahora nos vemos como vaca sin cencerro. Quedé con ella para tomar un café y le formulé la pregunta más compleja de todas las que hayan existido jamás. “¿Qué si soy feliz? Pero...¿tú me has visto cara de ensayista?”, contestó medio indignada, como si yo fuera Jodorowsky y acabase de proponerle un acto de psicomagia en el que tuviera que introducirse algo en la vagina. “Aquí todo el mundo vende y compra felicidad sin tener ni puñetera idea de lo que significa. La felicidad, así a lo grande, con bombillas de colores como en las marquesinas de Broadway, es cosa de la literatura barata, de los poetas de picha pequeña y de las inmobiliarias que pretenden vendernos chalets adosados en Wisteria Lane financiados por la felicidad y la estabilidad que proporciona el amor. ¿Sabes qué te digo? ¡Que me cago en el amor!" Eso, viniendo de una chica pálida, rubia y de ojos azules suena como una consigna sindical en boca de Carla Royo-Villanova. “La felicidad es como un vestido que te encanta, que lo ves en el escaparate y que desearías llevarlo puesto toda la vida. Pero nunca les queda tu talla. Por eso el mundo se divide en los que harán lo posible por meterse en ese vestido, aunque les salten las costuras, y los que buscan otro modelo que, aunque no sea exactamente como el del escaparate, al menos no nos haga tripa”, añadió. Tres cafés después, descubrí que lo que Julia quería era ser la protagonista de una película de Wong Kar-Wai; que en el fondo a ella, como a todos, nos encantaba avanzar a cámara lenta por un pasillo, envueltos por la música de Michael Galasso, y cruzarnos con la persona que encienda nuestra pasión sin tan siquiera rozarnos. Vivir unos días en una T.S.R. (Tensión Sexual no Resuelta). “Casi prefiero la pasión al amor, aunque dure menos”, dijo Julia. “Mira que el pasillo de casa era largo, pues no se obraba el milagro. El día que dejó de sonar en mi mente la música de Galasso, decidí dejar a Marcelo. Soy así. Imprevisible. Como el amor. Como la felicidad”, añadió y pidió un gin tonic.


(ARTÍCULO PUBLICADO EN "DIARIO DE MALLORCA")


sábado, 13 de marzo de 2010

Kurt & Courtney. Capítulo I. "Recuerdos de Seattle"

Cuando Lara López y Javier Gallego me propusieron una sección para el programa Carne Cruda, de RADIO 3, pensé en crear una especie de 'matrimoniadas indies'. La idea original era recrear tres conversaciones, en tres dormitorios, de tres parejas del mundo de la música: Lourdes Hernández (Russian Red) y Brian Hunt, Kurt Cobain y Courtney Love, y Lou Reed y Laurie Anderson. Finalmente todo se redujo a Kurt & Courtney. Este es el primer capítulo de la serie.


Si os gusta, todos los lunes, miércoles y viernes en el programa Carne Cruda de RADIO 3.


Tom Spanbauer

"La ficción es aquella mentira que suena más verdadera que la realidad".

Las ciudades subterráneas

El escritor John Wray relata, en una de las frenéticas páginas de Lowboy, su última novela, la historia de una ciudad subterránea. Su protagonista, el adolescente con esquizofrenia paranoide Will Heller, disfruta en el metro de Nueva York. Quizá todo empezó cuando era pequeño, cuando su abuelo le contó el cuento de una ciudad subterránea, del mismo tamaño de Manhattan pero al revés. Un lugar que alcanzaba su punto más profundo en el sitio en que Manhattan era más alto. Una ciudad que tenía su propio río, el Musaquontas. Tal vez todas las ciudades escondan en sus cimientos el reflejo de otra ciudad, otro espacio que bien podría ser el original y nosotros, la copia; puede que por eso tengamos la vista nublada de sangre y caminemos con los pies helados. Mi amigo Javier Martínez Noriega dice que lo de mis pies fríos es culpa de las Converse. Creo que tiene razón pero no voy a desmontar ahora toda esta teoría, con lo mona que me estaba quedando. Voy a continuar imaginándome que a mis pies, a miles de metros bajo tierra, existe alguien como yo, con mis mismas dudas, con miedos similares, pero con decisiones completamente distintas. Y con unas Converse. Fijo.