martes, 6 de abril de 2010

¡Vete a vivir al campo!




ERA AGOSTO CUANDO ESCRIBÍ ESTO...

La semana pasada el barrio de La Latina, en Madrid, celebró las populares Fiestas de la Virgen de la Paloma. Concursos de chotis, barras en la calle, tapas, y conciertos de Rosendo, Tam Tam Go, Taxi y Los Limones, entre otras muchas cosas. Pues bien, las fiestas habían empezado el miércoles, duraban hasta el domingo, y el viernes, los vecinos de la zona, empezaron a quejarse del ruido. Por una parte me tranquilizó que el concepto de ‘ciudadano intransigente’ no fuera patrimonio de Palma de Mallorca pero, acto seguido, me invadió la rabia. Creo que es disparatado que la gente que vivimos en el centro de la ciudad reclamemos exactamente la misma calidad de vida, y de silencio, que tendríamos en pleno campo. Muchos amigos me cuentan que este año, para una vez que el colectivo gay de las Islas organizó un acto del Orgullo divertido y concurrido, en una espaciosa plaza de la zona de Gomila, los vecinos no tardaron en quejarse por el ruido. Pero, ¿qué no está pasando? ¿De verdad alguien cree que el ayuntamiento de Pamplona haría caso a una decena de vecinos que se quejaran del ruido y la suciedad de sus calles durante San Fermín? ¿Creen que se plantearían llevárselo al extrarradio? ¿Y con las Fallas? Pienso que los habitantes de las ciudades se han olvidado que hay que pagar un precio real, y otro simbólico, por vivir en Las Vistillas en Madrid, en Gomila en Palma o en la calle Estafeta en Pamplona. Y si no puede dormir una vez al año porque en la plaza Gomila se celebra el Orgullo Gay, ¡pues se aguanta señor!, como me aguanto yo cuando pasa la procesión del Jueves Santo por mi calle o se celebra la Nochevieja en la Puerta del Sol. De lo contrario, se va usted a vivir en medio del campo, verá como allí no le molesta nada ni nadie. Otra cosa es la suciedad que siempre resulta de una concentración humana pero eso es responsabilidad del servicio de limpieza del ayuntamiento que tiene que actuar inmediatamente después de finalizada la fiesta. Vamos, que desde aquí reivindico la creación de un comando cultural que devuelva la ciudad a la gente que quiere vivirla y disfrutarla. Estamos construyendo ciudades clónicas, de catálogo, cascos urbanos que parecen Marina D’Or, lugares muertos en vida en los que va a resultar imposible celebrar nada, como se ha hecho toda la vida, porque algunos vecinos reivindican la tranquilidad que tendrían en un barrio periférico o, como ya he dicho, en pleno campo. Y eso que no me parece mal que la gente se queje. Me gusta una sociedad crítica y reivindicativa, pero con sentido común y sin acorralar el ocio. Ojalá toda esa energía por la reclamación se pudiera canalizar contra la burocracia administrativa, contra el abuso de las empresas de telefonía móvil e Internet o contra los avales bancarios que exigen los propietarios que buscan inquilinos para su piso. Contra eso hay que luchar y no contra un grupo de personas que, una vez al año, celebran sus fiestas. Creo que me ha subido la tensión. Me voy a dar una vuelta por el barrio, a ver si se me pasa.


HACE UNA SEMANA ESTÁBAMOS CELEBRANDO UN CUMPLEAÑOS EN CASA Y A LAS 23.30 DE LA NOCHE, EL VECINO DE ARRIBA BAJÓ, APORREANDO LA PUERTA, INDIGNADÍSIMO PORQUE "ESTO ES UNA COMUNIDAD, NO UN CLUB". DESDE QUE HABITO EN ESTA VIVIENDA ERA LA PRIMERA VEZ QUE CELEBRABA UN CUMPLEAÑOS. NI SIQUIERA HICIMOS INAUGURACIÓN DE PISO. PASAMOS CASI TODO EL DÍA FUERA DE CASA Y, EN MUCHOS CASOS, INCLUSO TODO EL FIN DE SEMANA. NO COMPRENDO PORQUÉ 'VIVIR EN COMUNIDAD' SIEMPRE TIENE QUE SIGNIFICAR REPRESIÓN Y PROHIBICIÓN Y NUNCA TOLERANCIA...ESE CLÁSICO 'HOY POR TI, MAÑANA POR MÍ'. NO LO ENTIENDO. SI POR LO MENOS HUBIERA SIDO FLANDERS...



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