lunes, 19 de abril de 2010

Sonrisa de miedo




Estoy empezando a pensar que la fisiología también tiene un poco de arte. Esta ciencia, que estudia y analiza las interacciones de los elementos básicos de un ser vivo con su entorno, me ha permitido descubrir algo que, a tres días de la celebración de Todos los Santos -si te quieres divertir, llámalo Halloween-, resulta inquietante: hay sonrisas aterradoras. Sabía de la existencia de sonrisas profesionales, gestos ensayados para agradar, que sus propietarios tienen marcados en la expresión facial como si estuvieran esculpidas, tipo Concha Velasco. O sonrisas de Duchenne, que son las genuínas, las espontáneas, esas de las que todos hemos disfrutado alguna vez, sobre todo al enamorarnos. Y hasta he debatido sobre la enigmática sonrisa de la Gioconda, la misma que un grupo de investigadores, hace años, definió como una ‘ilusión óptica’, o sea, que la sonrisa desaparecía cuando la mirabas directamente y que reaparecía cuando la vista se fijaba en otras partes del cuadro. Pero nunca había visto de frente una sonrisa aterradora. Y no me refiero a Hannibal Lecter esbozando un gesto de buena digestión. Eso es cine, y el cine sabe cómo iluminar, maquillar y vestir nuestros miedos. Me refiero a la vida real, a la cotidiana, a esos contemporáneos que por alguna extraña parálisis en la flexión de los músculos cerca de los extremos de la boca, y alrededor de los ojos, no saben sonreír. En ellos, esa expresión común que vendría a reflejar placer o diversión, se convierte en una amenazadora exposición de dientes, en un gesto más próximo al gruñido de un animal. He visto una sonrisa así, espeluznante. Yo la he visto. Yo y todos los que hayan comprado el Elle de noviembre. Incluye un reportaje de Marina Castaño en Iria Flavia. Si puedes fijar la mirada en su sonrisa y no sentir un escalofrío, es que no eres de este mundo. No sé si nacemos destinados a sonreír o aprendemos a hacerlo, pero de lo que estoy seguro es de que hay gente que no sabe. Porque sonreír también es un arte.

Artículo publicado el 28 DE OCTUBRE DE 2007

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