jueves, 8 de abril de 2010

La etiqueta

Marta llegó a casa con una bolsa de razones contra la ropa de firma. Según ella, las marcas tienen unas etiquetas que parecen libros de instrucciones. “Que si un triángulo tachado, que si un círculo tachado, que si la cuadratura del círculo tachada,...”, decía moviendo los ojos como si fuera Marujita Díaz cantando aquello de la tarántula dañina. Para mi amiga, una buena ropa necesita unos cuidados de limpieza que son incompatibles con la vida moderna. “Mira esta camiseta”, dijo, mostrándome la prenda como si estuviera intentando venderla en un mercadillo. “Te leo la etiqueta que, por supuesto, está llena de símbolos tachados...’Lavar a mano’. Primera incomodidad. ‘Después de lavar, estirar la prenda en horizontal’. Segunda puñeta. ¿Dónde coño estiro yo una prenda encharcada? ¿Me lo explicas tú?”, preguntó, como si yo fuera Hugo Boss. “¿Y la limpieza en seco?”, apunté, ingenuo de mí. Marta soltó una carcajada de loca y contraatacó. “Eso de que la limpieza en seco era cosa de pijas debió ser en los noventa. Ahora, nada exclusivo se puede limpiar en seco. ¡¡Y la secadora!! De eso mejor no hablamos. ¡Eso es la peste!”, añadió. Tomó aire y continuó, sin dejar de sacar prendas de la bolsa. “¿Hay que lavar la camisa a mano? Yo lo hago pero, ¿cómo se centrifuga a mano? ¿Engancho la camisa por una manga y me pongo a agitarla como si fuera un concurso de doma y lazo? Y de paso dejo las paredes de mi casa superhidratadas, como si fuera las cuevas de Artá. Al final no te queda más remedio que escurrir y escurrir en el lavabo del baño, que no te quiero contar la que te espera a la hora de la plancha como la camisa en cuestión sea de arruga difícil. Pero por mucho que escurras, siempre queda una humedad que gotea. ¿Y dónde acabas colgando la blusa? Exacto, en la ducha. Lo más antiglamouroso del mundo. Y a eso nos empujan las firmas, que no saben hacer diseño con acrílicos”. Creo que se calló porque se estaba ahogando. Esa misma tarde acabé en Zara y H&M, donde Marta se compró siete camisetas de esas que aunque la secadora se las coma, por lo menos no sentirá que se le va la vida con ellas.


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