domingo, 11 de abril de 2010

Los cómplices

La ilusión es el concepto más efímero que existe. Se sacia rápidamente y vuelve a dejar un extraño vacío en la mirada del esperanzado. Les confieso que inicié la semana recibiendo una buena noticia que revolucionó mi ánimo y, como si todo yo fuera un vaporizador que hay que agitar antes de usar, empecé a experimentar con la alegría, con la satisfacción, con el orgullo y con la emoción como si fueran protones en un acelerador de partículas. “Para que la semana sea perfecta” –pensé- “sólo necesito ver a Jaume Matas entrando en la cárcel”. No hace falta que les expliqué de qué color era mi mirada el miércoles pasado. En lo que restó de semana, pensé mucho –tengo la cabeza como un Dragon Khan- en Acusados, la película de Jonathan Kaplan que le valió su primer Oscar a Jodie Foster. La cinta no es gran cosa pero planteaba dos cuestiones: cuáles son los límites de la justicia y hasta dónde llega la responsabilidad de la sociedad, o parte de ella, frente al delito. En la ficción, si mal no recuerdo basada en un hecho real, una abogada lograba que se condenase a los responsables de un delito pero también a los que asistieron, con su pasividad, al abuso y no impidieron que se ejecutase. Con esa idea en la cabeza me pregunté si las personas o entidades que prestasen el dinero a Matas para que eludiera la cárcel podrían ser consideradas “moralmente” cómplices. Hoy, que ya sabemos que el dinero llegó del Banco de Valencia, pienso, firmemente, que sí. Sé que los bancos no preguntan de dónde viene el dinero que ingresan, ni si está manchado de rojo, verde o azul. Normal, en eso se basa su negocio. Los millones pueden llegar del narcotráfico o de los derechos de autor que ellos…discreción absoluta y Visa Platino para el cliente. Pero en el caso del Banco de Valencia, filial de Bancaja, además de intentar en un principio cargarle también el mochuelo a la Caja de Arquitectos, me gustaría saber si concede créditos a todos los imputados de 12 delitos o sólo a éste. De hecho, me interesaría conocer a cuantas familias de clase media les ha denegado, ese mismo banco, un crédito en lo que va de año. Creo que esa entidad bancaria, que ha prestado el dinero de sus clientes para evitarle la cárcel a un amigo del director, es, de alguna manera, cómplice. Y más, después de conocer algunos párrafos del auto del juez Castro. Yo, si tuviera cuenta en ese banco, la cancelaría sin remordimientos. Ojalá sus clientes lo hicieran mañana mismo, como en aquella entrañable secuencia de Mary Poppins que utilizo en este incómodo artículo para desengrasar un poco porque si no... Es difícil mantener la ilusión cuando uno comprueba que el rico y el poderoso sigue privándose de la cárcel y que nada de esa justicia real ha cambiado desde los tiempos de Abraham Lincoln. Que hay delitos de clase A y de clase B, lo intuía; pero que uno se pueda librar de la cárcel avalando la fianza con “garantías reales y personales” obtenidas de un modo poco transparente, les juro que me supera. ¡¡Y encima pretende que le tengamos lástima!! Que nos compadezcamos de él porque se ha quedado en paro. Debe ser el único parado que se gasta 375 euros en una escobilla de váter, modelo Lulú, que encima es mala porque ni siquiera sirve para limpiar la mierda. Hay que ser hortera. Al menos eso le equipara con la clase política marbellí. Quizá ahora, que tendrá que convertirse en un ‘profesional liberal’, como Two Yupa, sea un buen momento para hacerse un Sálvame de Luxe, mano a mano, con Julián Muñoz. Menos mal que la ilusión, como la batería del móvil, es recargable. Sigo pensando en la buena noticia que iluminó el principio de la semana y recobro la energía. Me cuentan que si el fiscal hubiera pedido cárcel sin fianza, el juez la hubiera aceptado. ¡Uff, tengo que quitarme esta idea de la cabeza!


Publicado hoy en Diario de Mallorca

1 comentario:

  1. Todos somos iguales ante la ley, pero no ante los ojos de los que la ejercen.
    Todos somos iguales ante los bancos, pero no la gente como Matas.
    Menos mal que siempre nos quedará aquello de que: Todos somos iguales ante los ojos de Dios.
    ¿Dios? Emm...
    Un saludito srpacotomás

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