
jueves, 8 de abril de 2010
La etiqueta

martes, 6 de abril de 2010
¡Vete a vivir al campo!

lunes, 5 de abril de 2010
Carta Blanca
Soñar con el día en que el Coyote atrape al Correcaminos

Los bancos son como el Correcaminos. ¿Se acuerdan? No importa lo que hiciera el Coyote para intentar atraparlo, él siempre salía victorioso. Los banqueros, después de amortizar la crisis con una ayuda gubernamental de 50.000 millones de euros (no lo olviden nunca, que la memoria es muy traicionera) y de continuar negando el crédito, han logrado que, amparados por la polémica de las prestaciones, vuelva a hablarse de los fondos de pensiones marca ACME. Aunque nos lo vendan como una balsa de troncos en la inmensidad revuelta del mar, todos sabemos que, en el fondo, significa que vuelve a ganar el Correcaminos y que al Coyote le aplasta una roca, otra vez. Hubo un estudio, hace bastantes años, llamado “Rentabilidad de los Fondos de Pensiones en España 1991-2007” –eso es un título seductor y no los de Ruíz Zafón-, que dejaba en evidencia la rentabilidad de este tipo de productos frente a la inflación, los bonos del Estado y la bolsa española. O sea, escasos beneficios pero, eso sí, elevadas comisiones. El puto Correcaminos. Aquí lo que importa es tener propiedades, no fondos de pensiones. Miren el caso de Sara Montiel. Arruinada y sin pensión. Pero ella está tan tranquila, con las razonables crisis de angustia que provocan que tu administrador, tras 19 años de buena relación, se fuge con tu dinero, porque le quedan propiedades. Pienso que esto confirma dos cosas: uno/ que nunca hay que fiarse de alguien que ha estudiado con números; y dos/ que al mal tiempo, maquíllate la cara. Como si fuera la gran Maruja Mallo, Sara Montiel celebró su 82 cumpleaños en la sala Alegoría, que ya tiene coña el nombre. No es lista Sara ni ná. Cuentan que Pepe Tous le advirtió de eso antes de morir. O sea, que el administrador debía llevar escrita la palabra ‘estafador’ en la cara y eso, a un mallorquín, no se le pasa por alto. Aunque luego les den cargos públicos y les voten en las elecciones. Una cosa a favor del administrador; diecinueve años preparando el golpe le aportan a este individuo un perfil estupendo para acabar siendo Correcaminos. Casi prefiero que el Gobierno ayude antes a Sara Montiel que a Emilio Botín o Isidro Fainé. Por lo menos Sara nos aporta grandes momentos para la historia como ese “pero ¿qué invento es esto?” o el videoclip de Absolutamente con Fangoria. Me hace más gracia ella, con todo lo trilera que pueda llegar a ser, que Isabel Pantoja. La folclórica no debe ver con buenos ojos el guión de tv movie –o movie of the week, que dicen los americanos- que está preparando Telecinco sobre su persona. Y menos con el título provisional que tiene el proyecto: “Donde la ambición me lleve”. Eso sí, abstenerse morbosos. Al parecer, en el primer guión ni aparece María del Monte. ¿María del Monte será Coyote o Correcaminos? Ni lo sé ni creo que me importe. Lo único que tengo claro es que los que nacemos Coyote empezamos a estar agotados de que los productos ACME funcionen tan mal y de que la garantía no sirva para nada. Tal vez tendría que presentar este artículo en una ventanilla de Consumo.
domingo, 4 de abril de 2010
En el nombre de Billy

El 28 de marzo de hace 12 años murió Billy Wilder, posiblemente, el mejor guionista y director de la historia del cine. En aquella ocasión, la revista Fancine me pidió un obituario y yo escribí esto:
Soy, en esencia, mitómano. Es una enfermedad apasionante aunque se nos va la vida con cada sueño que se desvanece. Imaginé que nunca iba a suceder. Que ante la escasez de genios no estaba el planeta para deserciones.
Desde una entrega de los Oscars en la que Trueba me mostró la luz, cada noche rezaba a Billy Wilder. Pero esa noche, la del 28 de marzo de tal año como hoy, el hombrecillo de mirada irónica, verbo procaz y mente ingeniosa no contestaba. No era una noche calurosa y dudo mucho que oliese a madreselva, algo que Walter Neff si percibía en 'Perdición'.
Me encomendé a aquella 'Ninotchka', la soviética que logró que Greta Garbo riera, y al gigoló que tanto se parecía a Charles Boyer en 'Si no amaneciera'. Me abracé a mi libro sagrado ('Conversaciones con Billy Wilder', de Cameron Crowe) y juré que, como los protagonistas de sus películas, cuando tuviera que elegir entre dinero y felicidad, elegiría lo segundo, para señalar mi grado de madurez. Apostaría por el individuo antes que por el grupo, amaría y criticaría mi sociedad a partes iguales, exploraría la realidad burlándome del reflejo en el espejo o estremeciéndome al paso del dolor, me travestiría siempre que una banda de gángsters se cruzase en mi camino y haría de mis crisis de identidad una carcajada a medio camino entre la obra maestra y la genialidad.
Cumplí con la tradición y me arrodillé ante mi altar catódico cuando Ray Milland, en la piel de Don Brinam, le dice a Jane Wyman en 'Días sin huella': "Estoy intentando no beber". Y ella le responde: "Sí, estás intentando no beber como yo estoy intentando no quererte". Y cuando Norma Desmond desciende las escalinatas de su mansión en Sunset Boulevard convencida de ser Salomé mientras Joe Gillis flota en la piscina de 'El crepúsculo de los dioses'. O cuando Fran Kubelik (Shirley MacLaine) te deja boquiabierto, en 'El apartamento', con un contundente "Si te enamoras de un casado, no te pongas rimmel".
Iba perdiendo las fuerzas, como si de mí dependiera introducir la Coca Cola en el mercado ruso en plena guerra fría. Mi fe comenzó a desdibujarse como el rostro de 'Fedora'. Prometí que si nada de "eso" que me habían dicho había sucedido, visitaría con más asiduidad los templos de 'En bandeja de plata','Primera plana', 'Testigo de cargo', 'Irma la dulce', 'El gran carnaval' o 'La tentación vive arriba'.
Me hice un combinado musical con unas gotitas de Waxman, un chorrito de Previn y una rodaja de Deutsch y me senté a esperar. Uno piensa, y más si padece mitomanía, que "eso" no te iba a pasar nunca. Pero, qué quieres que te diga, nadie es perfecto.
Libertinaje de expresión
sábado, 3 de abril de 2010
Capas de cebolla
