miércoles, 30 de marzo de 2011

El secreto


Todo el mundo me habla del secreto. Al principio, además de parecerme una indiscreción, me resultaba confuso. Que si el secreto por aquí, que si el secreto por allá; mencionaban el secreto como si tuviera entidad en sí mismo. Como si todos tuviésemos que conocer el secreto. “Es la ley de la atracción”, me decían. A lo que yo contestaba: “No me gusta hablar de la gente cuando no está delante para poder defenderse”. Hasta que un día Marta, avergonzada de mis contestaciones, me dijo: “El secreto no es lo que cobra Ana Rosa Quintana sino cómo ha logrado cobrar eso. ‘El Secreto’ es un libro que habla sobre la ley de la atracción”, explicó. Y antes de que pudiese bromear, ya me había organizado una cita con una especie de guía espiritual con aspecto de no haberse lavado la barba en muchos meses. El ‘gurú’ vino a decirme que ‘el secreto’ era ‘la ley’ y que ‘la ley’ planteaba que todo lo que llega a tu vida responde a un proceso de atracción que uno mismo ha provocado. “¿Me estás diciendo que si pienso en ser millonario, voy a atraer el dinero a mi vida?”, pregunté. Y el gurú me dice que sí. Que eso lo sabían los poderosos del mundo desde hace mil años y que por eso lo guardan como un valioso secreto para así seguir siendo ellos los más ricos e importantes. Miré fijamente a aquel hombre. Para mí que estaba atrayendo hacia él una hostia y eso estaba cada vez más cerca de la realidad. O sea, que la ley funcionaba. “Pero tú nunca tendrás dinero porque cuando lo deseas estás pensando en las deudas que tienes, en lo mucho que te cuesta pagar la hipoteca, en lo ahogado que estás para acabar el mes. La señal que envía tu mente al universo es negativa y solo recibes negatividad”, añadió. Luego sonrió. Así que le devolví la sonrisa. “Que el famoso ‘secreto’ sea el argumento de un libro de autoayuda me parece la mayor decepción desde las últimas seis películas de M. Night Shyamalan”, apunté. “Creo que los manuales de autoayuda son como las fantasías sexuales: que en la teoría todas son perfectas pero en la práctica, la mayoría de las veces no hay por dónde cogerlas”. Y acto seguido me marché a un restaurante donde cocinan un secreto ibérico que eso sí que es para atraerlo a tu vida.

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