miércoles, 9 de junio de 2010

Los chicos sí lloran



Ya lo decía mi abuela y, años después, lo cantó Miguel Bosé: los chicos no lloran, tienen que pelear. Pero en este siglo del reciclaje, de la desmitificación arbitraria y de las leyendas contrastadas, el Instituto Canadiense de Estadística nos quitó, a unos cuantos hombres, un peso de encima. Las rupturas sentimentales suelen deprimir más al hombre que a la mujer. De hecho, según el estudio, los hombres lloran más; seis veces más. “Una vez, lloré en público por la ruptura sentimental de otros”, comenté, ante la mirada estupefacta del resto. “En el cine, viendo Los puentes de Madison. Es que con la secuencia de la lluvia, y Meryl en la furgoneta, y Clint empapado, y Meryl con la mano en el picaporte,...” Y me puse a llorar. Ahora que me amparan estadísticas internacionales, no me iba a cortar. “Mi madre siempre lo tuvo claro: el sexo débil eran ellos”, apuntó Marta, pasándome una servilleta de papel. “Cuando mi padre o mis hermanos caminaban por la casa como si fueran Margaritas Gautiers por un simple dolor de cabeza, ella suspiraba y decía: ‘Ay, si tuviérais que parir’, aliviada en el fondo de saber que la perpetuidad de la especie no dependía de ellos". “Reconozco que con el final de Tal como éramos, cuando se encuentra Barbra con Robert en la puerta del hotel Plaza y...” Y me entró la congoja. “Antes parecía que el dolor era patrimonio femenino, pero ya véis que no. Los chicos lloran y tienen una capacidad de sufrimiento, y de regodeo en el dolor, infinita”, explicaba, como si estuviese retransmitiendo una autopsia en directo y yo fuese su cadaver exquisito. “También lloré con E.T. Y con En el filo de la duda, con El color púrpura, con El pequeño ruiseñor,...” “Quitando éste” -dijo Marta, señalándome-, “que rompe todas las estadísticas, a los chicos les sigue costando exteriorizar sus sentimientos con lágrimas porque no saben llorar y les da pudor que les vean. Ponen caras raras, muecas imposibles que, en muchos casos, provocan la carcajada del que tienen delante en lugar del consuelo. Es que hay que saber llorar”. Y puso el ejemplo de Victoria Abril, una de las actrices que mejor ha llorado en el cine. “¿Acaso hay algún actor que sepa llorar?”, preguntó Marta. Me soné los mocos y, con la voz entrecortada, respondí: “Eduard Fernández”. “Tú calla y llora”, contraatacó Marta. “Habéis aprendido a llorar pero aún os queda mucho camino y ya lleváis 2.000 años de déficit”, añadió. No sé qué quiso decir pero me entraron unas ganas de llorar...

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