miércoles, 2 de febrero de 2011

El 'bocas'

Imagina que organizas una cena. Imagina que llegan todos los amigos con ganas de risa y botellas de vino. Imagina que entre los invitados se encuentra una mujer a la que no ves desde hace meses y que llega acompañada de su novio actual. Imagina que nada más abrir la puerta, entre besos y apretones de manos, descubres que el novio lleva escrita en la frente la palabra ‘bocazas’. Pues deja de imaginar, que eso me pasó la otra noche. Fue en el segundo plato cuando Marta comenzó a bromear con lo complicado que estaba el mercado de los afectos. “Los corazones, y algún que otro genital, sí que están desabastecidos. ¡Y desde hace años! El mercado de los amantes está bajo mínimos”, contaba entre risas. Entonces, el ‘bocas’ apuntó: “Las mujeres de tu edad... -¡¡Error!! Nunca iniciar una frase con esa gramática. No delante de Marta; no si quieres seguir con vida- ...sois muy exigentes a la hora de elegir a un simple compañero de cama y por eso os va tan mal.” Me costó arrancar el tenedor de la mano de Marta. Casi tuve que romperle los dedos para que lo soltara. “La culpa es de Sexo en Nueva York. Seguro que ya habéis visto la película. La uno y la dos. Queréis emular tanto a los hombres que pensáis que podéis tratar el sexo como lo hacemos nosotros, pero eso es imposible. La mujer que se acuesta con un tío una noche y al día siguiente no tiene remordimientos es un personaje de ficción”. Nuestra amiga estaba tan avergonzada que no levantaba la vista de la servilleta. “Vais de emancipadas pero, en el fondo, tenéis demasiados prejuicios”. “Voy sacando el postre”, dije. Pero allí no reaccionó nadie. Entre todos retiramos los objetos punzantes y volantes del alcance de Marta. “Mi novia, sin ir más lejos, nunca se atrevería a tirarle los tejos a un tío, por mucho que le apeteciese llevárselo a la cama. Sin embargo yo, puede que no tenga suerte en la pesca pero siempre lanzo el anzuelo. Es nuestro carácter”. “Será el tuyo”, apuntó Santi, con cara de palo. Marta le retó con la mirada y añadió: “Mira tío, eres tan, tan, tan gilipollas que hasta el resto de los hombres de esta cena se han dado cuenta.” Ellos se fueron pero Marta se quedó a explicarnos al “resto de hombres de la cena” esa contundente valoración de la masculinidad.

2 comentarios:

  1. Acabas de definir muy acertadamente una cena con un bocazas que tuve hace aproximadamente un año.
    Con este tipo de personas me entran unos instintos de matar que ríete tú de cualquier psicópata que se precie!!! Y además, cuando me he encontrado con gente así siempre pienso: ¿y qué le verá mi amiga?
    Gracias por este post, me acabas de alegrar la mierda de mañana que estoy teniendo ;-)

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  2. SBD, deberíamos unirnos en una ONG que sea "No más mañanas de mierda".
    Ánimo

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