lunes, 22 de noviembre de 2010

Básico


Es complejo pasarse media vida intentando ser diferente para acabar reconociendo, en público, que uno es más básico que un tinto de verano. Una mañana, los informativos abrieron con la caída de las bolsas y los periodistas de economía se crecían intentando explicar a la gente qué diablos es el IBEX 35 y para qué sirve. Mientras eso sucedía, yo bostezaba. Confieso que mi primera reacción fue algo mimética y empecé a sobreactuar manifestando la preocupación que sentía a mi alrededor, como si me enfrentase a esa cuestión de la bolsa o la vida. “¿Eso significa que va a volver a subir la bombona de butano?”, preguntó mi madre, pragmática ella. “Creo que no pero tampoco me hagas mucho caso”, expliqué, por decir algo. Y es que lo de las bolsas me importa poco tirando a muy poco. ”Todo el mundo habla del lunes negro”, alertó Encarna, muy mimetizada. “Para mí el lunes siempre es negro”, añadió Marta, muy tranquila. “Cuando es lunes y llego a trabajar, siempre pienso en lo larga que se me está haciendo la semana”, apunté. Y a Marta le hizo gracia. “No entiendo cómo os podéis burlar de las desgracias. Se han perdido 89.000 millones de euros en 17 días”, se quejó Encarna. “¿Eran tuyos?”, preguntó Marta. “¡No!”, contestó la otra. “En ese caso...”, y se volvió a recostar en la silla. “Llámame superficial...” “Superficial”, dijo Marta. “...pero las únicas bolsas que me preocupan son las que se forman cuando retenemos líquidos bajo el ojo”, afirmé. “Las otras bolsas, esas con la que abrían los telediarios y que desencajaban rostros en el ‘parquet’, me dan igual. Quizá si fuera un gran accionista de Iberdrola o Aguas de Barcelona estaría preocupado, pero no lo soy. Así que no me vendan que si algunos millonarios ven peligrar algunos de sus millones se va a acabar el mundo. Yo, desde que estudié la Revolución Francesa, no me compadezco de los ricos. Ni siquiera cuando Verónica Castro intentó ablandarme con aquel culebrón titulado Los ricos también lloran. Bueno, pues que lloren, que aún así, salen ganando. Ya lo dice mi madre, pragmática ella, que las penas con pan son menos penas”, solté. Y ahora que vengan ministros y banqueros a impartirnos lecciones de economía, que conozco un lugar al que enviarles a veranear.




La historia que cuento sucedió en enero de 2008. Han pasado tres años y tengo la impresión que sigo viendo el mismo Telediario. Estoy empezando a creer que hay alguien interesado en cagarnos de miedo, en que temamos por nuestros puestos de trabajo para así obligarnos a trabajar el doble por la mitad del sueldo. Sé que los culpables son los mismos de siempre, los poderosos, esos a los que le da lo mismo que gobierne la izquierda que la derecha porque siempre ganan; esos a los que les dan igual las guerras porque siempre tienen un lugar en el que refugiarse; esos a los que les da igual la cola del paro porque siempre tienen para celebrar por todo lo alto la cena de Nochebuena; esos a los que les da igual el currículum porque ya saben el cargo que va a tener su hijo en la empresa nada más nacer.
Pero lo que más de jode es que la izquierda les baile el agua, les sirva de felpudo para que se limpien sus zapatos, haga pagar a toda la sociedad (incluidos los pensionistas) el error de los poderosos...¿a cambio de qué? Porque el poderoso sólo espera dejar su suela impoluta para no ensuciar la alfombra de su despacho que, con seguridad, vale cinco veces más de lo que cobraban los cinco empleados que despidió, a principios de año, echándole la culpa a la crisis.

Hoy estoy caliente...y no en el mejor sentido de la palabra

2 comentarios:

  1. pero sonríe!

    el gran hermano te está mirando!

    y consume!

    ResponderEliminar
  2. Que sensación tan desagradable la de ver como quieren quitarnos lo poco que tanto ha costado ganar.
    Pero mientras tanto seguimos jugando.

    ResponderEliminar