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domingo, 6 de noviembre de 2011

El ciclo vital

Debía rondar el mes de marzo cuando se me ocurrió sacar entradas para un musical. Si bien es cierto que mi entorno siempre suele burlarse, con cierta gracia, de mi afán por adelantarme a los acontecimientos, de mi necesidad de no dejar nada, o muy poco, a la improvisación, en esta ocasión la guasa rozó índices históricos, como lleva haciendo el Ibex 35 desde hace meses. Debe ser complicado nacer índice y que, de un tiempo a esta parte, hagas historia cada día. Nada ni nadie puede soportar tanta presión. Pero no voy a hablar de economía. No me da la gana.

El caso es que saqué las entradas ante la mirada estupefacta de aquellos que presumen de vivir el presente, de disfrutar el día a día como si fueran una versión indie de los protagonistas de Easy Rider. El musical era El Rey León. Y desde su estreno, el 21 de octubre, ya no hay entradas, para las funciones de fin de semana, hasta abril de 2012. Quizá alguna butaca suelta. Y entre semana, tampoco se crean que muchas más. Bueno, sé que alguno pensará que para ir a ver El Rey León mejor se quedan en casa; que donde esté un concierto de The Rapture o de Wilco que se quite el tándem Elton John-Tim Rice. Vale. Yo es que soy capaz de disfrutar de Disney y de la banda de Luke Jenner por igual. Y creo que disfrutar es la característica más evidente de la libertad.

He visto El Rey León y tengo que decirles que es espectacular. Solo por ver el comienzo, la escena de El ciclo vital, ya merece la pena pagar los 86 euros de la butaca de platea. Ver amanecer sobre un escenario es una experiencia sensacional. No extraña que el diseño de iluminación, a cargo de Donald Holder, tenga un Tony (los Oscar del teatro norteamericano). Pero es que ver, acto seguido, como acuden más de 25 especies animales al nacimiento de Simba, es directamente grandioso. No hay función que el público no acompañe esa escena con una ovación espontánea.

Luego, si uno se pone quisquilloso, puede cuestionar que Timón (supongo que todos han visto la película al menos y saben de lo que estoy hablando; si no es así, tranquilos, el 21 de diciembre se reestrena en los cines en 3D) hable con acento andaluz. Me incomoda esa especie de denominación de origen de la gracia, ese supuesto patrimonio del humor que este país ha decidido testar en la comunidad andaluza. Como si ser sevillano o malagueña fuera sinónimo de gracioso, ocurrente o chistosa. Conozco andaluces sin ninguna chispa. Y conozco andaluces que explotan tanto esa vena jocosa que acaban saturándote. Me gustaría creer que la capacidad de hacer reír es un don del individuo y no una cuestión fonética, ni de acentos. Sobre todo porque, si yo fuera andaluz, no me haría ninguna gracia.

Sorprendido estoy ante mi capacidad de darle la vuelta a las cosas. Estaba hablando de color, ilusión, fantasía y he acabado soltando la chapa sobre el humor ‘autonómico’. En fin, que si pueden vayan a ver el musical de El Rey León. Según los productores, el espectáculo debería estar en escena un mínimo de dos años para que sea económicamente rentable. Diez sería un sueño así que se conforman con mantenerlo en cartel 4 ó 5 años. O sea que si no vienen a verlo, por tiempo no será. Yo les recomiendo que sean previsores. Que Madrid no está hecha para la improvisación.

Antes de acabar me gustaría confesarles algo. No iba a hablar de economía pero…¿no tienen ustedes la sensación de que esta maldita crisis también tiene una lectura sociológica y, me atrevería a decir, que antropológica? ¿No les pasa que ahora ven un hombre con traje y corbata por la calle y piensan que les va a robar? A mí me sucede. Eso que nuestras madres definían como ‘malas pintas’ ahora resulta ser ‘cuidado aspecto personal’, pero el objetivo es el mismo: robarte. Supongo que si antes reclamaba que no había que juzgar a las personas por las apariencias debería hacer lo mismo en la actualidad. No sé. De entrada, cuando alguien me preguntaba de qué pensaba disfrazarme en Halloween yo siempre contestaba que de Duran i Lleida. O de broker financiero. O de Emilio Botín. Y la gente se acojonaba viva. Mucho más que si hubiese elegido ir de Jason Voorhees.

viernes, 15 de octubre de 2010

Playlist (15 de octubre)


Algunos amigos levantan una ceja y ponen cara de Burberry cuando se enteran que:

a/ Durante muchos años salía de copas y tomaba Martini.

b/ Me gustan los musicales.

Sí. Me gustan. Pero me gustan cuando están bien hechos, cuando las canciones aportan información a la historia, no esas mamarrachadas de Hoy no me puedo levantar, Cómplices y sucedáneos.

Por eso he hecho una playlist, así rápida, de algunos temas de musicales que me encantan.

Nine es un gran musical cuando lo ves sobre un escenario. En la gran pantalla queda un poco como un anuncio de Freixenet pero si eres mitómano, puede que hasta funcione. El tema A call from the Vatican es de una sensualidad contagiosa. La primera vez que lo escuché era en la voz de Jane Krakovsky, la secretaria de Ally McBeal, y aquello era espectacular.

And i am telling you i'm not going de Dreamgirls es el tema. El musical, si te gusta el soul y el sonido Motown, lo disfrutarás pero tengo la impresión que gira entorno a este tema. Es brutal. La mujer que logre cantar eso ya puede cantar lo que le dé la gana. Toda una declaración de amor al hombre que acaba de dar por finalizada su relación contigo y que, además, apuesta por otra. Brutal.

Little Shop of Horrors es uno de mis musicales favoritos. Lleno de grandes temas, con humor e ironía y con un toque serie B. Al final decae un poco pero todo el principio es genial. Skid Row (Downtown) es el tema con el que se abre el musical y hay pocos que presenten a los personajes de una manera tan eficaz y calentando motores al minuto uno.

My Fair Lady es un clásico. Es un musical de los de antes y cuando se escucha puede quedar añejo, sonar a 'zarzuela' incluso, porque la partitura exigía una tesitura vocal muy determinada. Sin embargo, tiene momentos y canciones inolvidables.

Podría colgar aquí el musical Rent enterito y quedarme tan ancho. Cuando lo vi, lloré. Creo que ha sido el último musical (es un género muy difícil) que me ha emocionado. Verlo pone la piel de gallina, los temas están llenos de información, la historia (es una versión de La Boheme) avanza espectacularmente,...una maravilla. Para aquellos que no lo hayan podido ver sobre un escenario, siempre está la película, aunque no es lo mismo. Seasons of love en directo es para ponerse de pie y no parar de aplaudir en 20 minutos.

Sunset Boulevard es la adaptación musical de El crepúsculo de los dioses, la película de Billy Wilder. Con esa premisa, uno piensa que lo más prudente hubiese sido dejar la obra maestra tranquila y no meter violines. Error. El musical es espectacular y la partitura de Andrew Lloyd Webber es como una manta caliente en pleno invierno. Y si Norma Desmond está interpretada por Glenn Close, ya ni os cuento. Aquí suena la versión de Patty Lupone, que no está nada, pero nada mal. Sin embargo, ella demandó a Webber porque se le había prometido que protagonizaría la versión americana y no fue así. En este tema, Norma Desmond celebra el año nuevo con el guionista Joe Gillis. Todo son proyectos de año nuevo muy prometedores. Sin embargo, la tragedia se avecina. Hay una versión más comercial de Dina Carroll. El espectáculo cierra una época de hacer musicales. Luego llegó Rent y lo cambió todo.

Defying Gravity es uno de los últimos temas que ya ha pasado a la historia del musical. Pertenece a Wicked. Todo un grito de aliento, toda una demostración de superación personal, interpretada por la bruja malvada del Oeste de El Mago de Oz. Aquí lo interpreta la cantante Idina Menzel, la madre de Rachel en Glee, y que lo cantó durante años en Broadway. El musical está basado en una novela pero tiene el riesgo, como le sucede a Dreamgirls, de que el espectador aguarde este Defying Gravity, con el que se cierra el primer acto, y desmerezca el resto.

Los Miserables es una obra maestra. Y si tenéis la suerte de verlo en un buen montaje y con un buen reparto, no lo olvidaréis nunca. El mes que viene regresa a la Gran Vía y creo que es una buena oportunidad para verlo. I dreamed a dream es sólo un aperitivo de todo lo que se puede sentir viendo este musical. Necesario.

Un montón de putas le cantan al posible cliente. Eso es Big Spender, uno de los temas de Sweet Charity más representados.



Nine, Dreamgirls, Little Shop of Horrors, My fair lady, Rent, Sunset Boulevard, Wicked, Los Miserables y Sweet Charity