lunes, 24 de enero de 2011

Voy a apagar la luz

Habitar un universo de luces y sombras puede llegar a ser angustioso. Todo depende de la capacidad, crítica o complaciente, de ver tu entorno iluminado, tenue o negro como el chapapote. En el fondo, toda nuestra historia recorre ese camino. Hay tramos bien alumbrados que, aún así, provocan sombras. Basta con obstaculizar la luz. Y eso podemos hacerlo nosotros mismos, sin ayuda de nadie. Sombras que, en ocasiones, como en Peter Pan, deciden recorrer el sendero por su cuenta y riesgo, en un ejercicio de rebeldía. Quién sabe si de esas sombras emancipadas, si del oscurantismo más absoluto, puede alumbrar una idea revolucionaria que nos ayude a construir un planeta mejor. Un planeta con luz natural.

Este párrafo me ha quedado un poco cumbayá, campamento de verano de padres maristas, pero últimamente tengo serios problemas para identificar la luz entre las sombras. Creo que el mérito absoluto de las compañías energéticas ha sido lograr que habitemos en la penumbra pero no nos demos cuenta. Ellos encienden nuestro entorno, nos lo cobran con una subida del 11 por ciento, y nosotros nos sentimos seguros porque hay luz rodeándonos. Pero esa luz no es real. Es un invento para que no descubramos que seguimos en la oscuridad y, lo que es peor, acompañados por seres de las tinieblas. Ahora parece que me he vuelto loco de remate, que he escrito la precuela de la trilogía Evil Dead de Sam Raimi. No. Simplemente es un rodeo pseudo-filosófico para llegar a un lugar demasiado cotidiano. ¿Serían ustedes capaces de identificar la luz y la sombra en la historia de una persona que se gana la vida enviando al paro a los demás? Me gustaría saber qué siente alguien cuyo nombre y apellido está asociado a la mala noticia, a la tristeza e incluso a la desolación. Cómo se levanta cada mañana, cómo se incentiva para emprender su jornada laboral, cómo justifica lo mucho que le gusta su trabajo. Un grupo de conocidos me han recomendado que se lo pregunte a Marta Bretos. Ustedes no sabrán quién es esta mujer. Mucho mejor. Porque cuando suena ese nombre en tu empresa, la gente empieza a temblar. Como en el pueblo de Sleepy Hollow. Marta Bretos es la mujer que, desde el departamento de Recursos Humanos de RTVE, dirigió el despido de 4.000 empleados del ente. Una especie de George Clooney en Up in the air pero sin tanto glamour y sin millas de viajero en su tarjeta Iberia Plus. Hasta hace apenas dos semanas, Marta Bretos estaba al frente de ese departamento en RTVE. Era el nombre que siempre pronunciaban cuando reclamabas más gente para poder hacer mejor tu trabajo. Y su nombre provocaba que cayese la temperatura a tu alrededor aunque fuera 14 de julio. Sólo mencionar al hombre del saco, cuando tenía 3 años, causaba el mismo efecto. La sombra lo invadía todo. Y en la oscuridad sólo nos atrevemos a permanecer callados. Y entendemos ese silencio como una manera de sobrevivir a lo que se esconde en la penumbra.

Hace poco que Marta Bretos se fue. Había sido contratada por el Grupo Prisa. Luces y sombras. Los negocios no tienen ideología. Imagino cómo deben sentirse los trabajadores de la SER cuando hayan visto a esta mujer ocupar su despacho. Parece ser que la radio será su entrante. La misión: convertir en 5.000 una plantilla de 7.000 trabajadores. Enciendo la luz pero, aún así, no lo veo nada claro.

Tal vez haya llegado el momento de apagar la luz. Simplemente empleando el prefijo ‘a’ en el verbo ‘pagar’ podemos cambiar el significado de la frase. Ya que parece que el curso de los tiempos es inalterable, cambiemos una frase. Por lo menos. La convocatoria que circula por internet nos emplaza al próximo 15 de febrero. Ese día, a partir de las 22 horas, España debería quedarse a oscuras en señal de protesta por la subida abusiva que Endesa, Iberdrola y Fenosa han realizado en sus tarifas eléctricas. Basta con apagar, con desconectar, durante 30 minutos, todo aparato eléctrico, toda luz, toda bombilla. Quedarnos a oscuras. Pero esta vez, de verdad.

Se le puede sacar partido al fundido a negro. Recuerden la canción de Los Panchos: “voy a apagar la luz para pensar en ti”. Aprovechen los 30 minutos de apagón del 15 de febrero para…tocarse pensando en quien ustedes quieran pensar. Ya verán como esa oscuridad no da miedo.



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