miércoles, 5 de enero de 2011

El primer día del año

Si el último día del año es una fecha perfecta para hacer balance (no confundir con el de Ana Belén, que aquello era otra cosa), el primer día del año -o los siete primeros incluso- resulta estupendo para confeccionar una lista de buenos propósitos de cara al nuevo calendario que acabamos de inaugurar y que, gracias a Dior, no rima con nada. Total, en el primer día del año tampoco hay muchas más cosas que hacer. Entre la resaca, los saltos de esquí, la decimosegunda comida familiar, la Marcha Radetzky con la tía Encarna dando palmas y la repetición, por si con una descarga no has tenido suficiente, del especial de Nochevieja, que no sé para qué lo graban si están tan seguros de que nadie lo ve, ya tenemos bastante. Por eso insisten al día siguiente. Saben que quien más y quien menos se ‘pimpló’ durante la noche una botellita de cava y bailó el Waka Waka hasta el amanecer. Hoy, esa persona estará como la Taylor en De repente, el último verano; no tendrá capacidad de decisión y mucho menos fuerzas para hacer zapping. De eso se aprovechan los programadores y te vuelven a colar la morralla, que encima dura, y dura, y dura,... eso sí que es largo y no lo de Rocco Sifredi. Pero no voy a desviarme, y menos en público, y te envío mi lista de proyectos para 2011 como archivo adjunto. Si quieres unirte, ya sabes. Besos y Feliz Año Nuevo.

ARCHIVO ADJUNTO (tranquilo, no se ha detectado virus).
Buenos propósitos que debo llevar a cabo en este 2011: apuntarme a un gimnasio -nada de máquinas, que me aburren; solo Pilates, como Madonna-, dejar de visitar el Donking Donuts cada vez que me invade la nostalgia, incumplir aquellas leyes que no me gusten o no me apetezcan -si el PP puede, ¿por qué yo no?-, disfrutar del sexo -bueno, con tenerlo me vale-, dejar de alimentar amistades con sms y quedar con ellas para tomar café, intentar no comportarme con los fumadores como ellos se comportaban conmigo, no hacer leña del árbol caído cuando el PSOE pierda las municipales y autonómicas, intentar ver en Angeles Gonzalez Sinde a un ser humano que también puede tomar decisiones acertadas, y no leerme nada que incluya el nombre de Belén Esteban, empezando por mis propios artículos.

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