miércoles, 7 de julio de 2010

Himno


Creo que es lo peor que he escuchado desde el disco de rancheras de Bertín Osborne. “La culpa es de la expectación”, me dijo Marta mientras apuraba su café cortado de las cinco y media. “La mejor manera de condenar algo al fracaso es precederlo de una expectación. ¿Te acuerdas del hijo del mecánico que llevaba siempre ese mono azul grasiento abierto hasta el ombligo, luciendo torso peludo y cordoncillo de oro, y que durante meses fue todo un icono erótico para el barrio?” “Sí”, contesté. “Pues eso”, añadió ella. Marta es de ese tipo de personas que creen que a buen entendedor, pocas palabras bastan. Yo, en este caso, tardé cerca de quince minutos en comprender que mi amiga se había tirado al hijo del mecánico y que la experiencia no resultó nada satisfactoria. Todo por culpa de la expectación. Exactamente lo mismo que ha sucedido con la letra del himno español. Que si Joaquín Sabina, que si escritores y poetas, que si “pan amasado/ con fe y dignidad/ no hay nada más sagrado/ que la libertad”,...y al final, todo queda en manos de un criminólogo que ha puesto todos sus conocimientos en materia de cuestión criminal al servicio de la música, como ya lleva haciendo durante años Julio Iglesias, por poner un ejemplo. He leído que el campeón de Europa de 1.500 ha dicho que espera que la nueva letra del himno nos haga llorar a todos. Pues bien, su autor lo ha conseguido; pero las lágrimas son de terror. En el mejor homenaje que se podría hacer a Pemán, o a Curry Valenzuela en su defecto, Paulino Cubero ha llegado a la conclusión de que lo que este país necesita es añadirle a una marcha, compuesta para tambor de granaderos y flautín, un “¡Viva España!” “Ya puestos prefiero el de Manolo Escobar”, apuntó Marta en su segundo cortado. Creo que si de verdad alguién pensó en la necesidad de un himno, lo primero que debía haber hecho era componerlo. Una nueva partitura. Y como la SGAE ha sido una de las instituciones responsables de esta selección, como español pido que me abonen un canon cada vez que se interprete, a modo de disculpa.

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