miércoles, 1 de junio de 2011

Síndrome de rico

Llevo unos días que me mosqueo por cualquier cosa. Me molesta hasta la música de las cortinillas de RTVE. De la irritabilidad paso a sufrir taquicardias, que alimentan mi ansiedad, y cuando pretendo combatirlas a base de tranquimacines, voy...y me pongo triste. Oye, que se me saltan las lágrimas con el anuncio de Casa Tarradellas. Según un conocido, esa montaña rusa de las emociones tiene que ver con el síndrome postvacacional. “Pero, ¡si me fui de vacaciones hace un año!”, comenté. “No importa. Hay personas que psicomatizan a largo plazo”.

Vamos, que encima de provocarme el síntoma, lo hacía con retraso. Ese dato no hizo otra cosa que acentuar mi bajo estado de ánimo y me tomé otro ansiolítico. “La extrema exigencia en el ámbito laboral es una de las causas de estos indícios. Y sospecho que en tu caso se podría agravar porque tienes un perfil muy exigente contigo mismo”, añadió. O sea, que debo darme vacaciones de mí mismo. Regresar a mí mismo de forma gradual, no hacerlo en lunes pero sí con actitud positiva. E imagino que como todo empresario que se precie, me despediré. “Y jamas, bajo ningun concepto, echar cuentas de los días que nos quedan para volver a tener vacaciones”, continuó el conocido. Mientras yo apuntaba todo eso en mi libreta, Marta se sacó un pitillo y dijo: “Eso del síndrome postvacacional es una chorrada propia de millonario. La gente que tiene que levantarse cada día y buscarse las castañas de verdad no sufre este tipo de males”. “¿Rico yo?”, pregunté alucinado. “Podrías serlo”, dijo Marta. Según ella, y dos señores americanos muy listos, los millonarios viven como personas de clase media. “Es el síndrome Inditex, también conocido como efecto Amancio Ortega”, explicó Marta. Según nuestra amiga, la gran parte de los millonarios actuales lo son porque su abuelo o su padre se dejó los cuernos trabajando para que ellos vivan ahora como reyes. “Pero para construir fortunas, hay que tener un estilo de vida conservador. Ese es el verdadero millonario. Lo otro, es gente que gasta dinero y en eso no hay ningún mérito”. Y me sentí mejor. Tener un rasgo de millonario, aunque fuese psicomatizado, me ayudaba a dejar el tranquimacín.


3 comentarios:

  1. maravilloso, maravilloso, maravilloso... como siempre todo.

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  2. (¿Este de aquí arriba se sabe el chiste?)

    Mosquearse por cualquier cosa es un síntoma de debilidad absoluta. Que lo sepa.
    Déjese de tranquimazines y rásquese más las pelotas. La verdadera función de ellas es estar ahí para rascárselas. Vale que son una adaptación evolutiva, pero podrían estar dentro, y están fuera. Rásqueselas.
    Servidora, si tuviera, se las rascaría constantemente.
    No sé, pruebe. Es gratis.
    Además los ricos se las rascan mucho. Fíjese cuando vaya de regatas y verá.
    ¿Vulgar? ¿Ordinario? ¡na!: funcional.

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  3. Sí, ese chiste se lo sabe todo, todo, todo el mundo.

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