Hablo con Marta casi a diario. Todas sus historias comienzan con las temperaturas de Palma y yo siempre acabo aludiendo al frío y a la lluvia. En ocasiones, llueve dentro. Menos mal que ella sabe de revestimientos impermeabilizantes -que tuvo un novio albañil en el instituto- y me ayuda a quitar la humedad de mis tardes de domingo. Ella se sienta en un café de Ciutat y yo en otro de la calle Hortaleza de Madrid. Pedimos un café con leche, bien caliente, y, como en el Juntos de Paloma San Basilio, leemos a medias el periódico. Vodafone podría patrocinar nuestra amistad pero a lo más que llega es a descontarnos unos euros de la factura mensual. No tienen ni idea de marketing porque nosotros podríamos ser su mejor campaña publicitaria. Allá ellos. Algo que nos encanta hacer a distancia es contestar a las preguntas bobas de los cuestionarios rápidos de las revistas adolescentes. “¿Duermes vestido o desnudo?”, pregunta ella. “Duermo solo”, me lamento yo. “¿Qué te llevarías a una isla desierta?”, pregunto. “A Colin Farrell, a Russell Crowe y a Matthew Fox, que ya sabe qué hacer en una isla aparentemente desierta”, contesta ella. Hasta que llega la dichosa pregunta: “¿Qué serías capaz de hacer por amor?” Ahí siempre guardamos unos segundos de silencio, como si dejásemos pasar un ángel a través del teléfono, y contestamos algo diferente a la última vez. “Yo...mentir. Pero mentir como un bellaco”, apunté. “Estoy en una etapa de mi vida en la que prefiero pensar qué sería capaz de hacer el amor por mí”, respondió Marta. Tiene razón. El tiempo, y seguramente el clima, nos está convirtiendo en egoístas sentimentales. Dificilmente podemos volver a arrastrarnos por amor, a cambiar de look por amor, a castigarnos por amor, a reprimirnos por amor, a deprimirnos por amor. No vamos a esclavizarnos por amor, ni a corrompernos por amor. Tampoco a traicionarnos por amor, ni a embrutecernos por amor, ni a emborracharnos por amor, ni a enfermar por amor, ni a abandonarnos por amor, ni a arrepentirnos por amor. Ni tan siquiera a cambiar por amor. Ahora es su turno. Que todo lo que antes hice por amor, ahora lo hago por amor propio.
Me ha encantado el post, y es que ahora estoy sufriendo por un amor no correspondido. Por este último amor he perdonado desprecios, es muy triste pero cuando estás ciega de amor no lo ves.Ahora sólo espero lo que puede hacer el amor por mi. Me encanta leerte, me pones una sonrisa en los labios cada vez que te leo. Besos desde tu Palma
ResponderEliminarCreo que por ese camino hemos pasado todos en algún momento de nuestra vida emocional. Pero ya verás que cuando menos te lo esperes, el amor hará algo por ti.
ResponderEliminarDale muchos besos a mi tierra de mi parte.
Yo por amor compartiría una cama de 1,05. Cuando llegue el invierno bajaría hasta la cama de 90. Espero no llegar a la desesperación tal de estar dispuesto a compartir una cama de unos miserables 80 centímetros. ¿Eso sería amor verdadero o desesperación por no dormir solo?
ResponderEliminarImpermebealizantes me ha dejado picueto. Creo que es impermeabilizantes. Sr. Paco Tomás, por favor, no se me caiga usted del pedestal, que es de los pocos mitos que me quedan. De todos modos, el error se explica porque el antiguo novio de su amiga Marta usaría la palabra impermebealizantes, ya que como Google nos muestra, goza de popularidad entre los duchos en el tema.