Me interesa mucho, desde un punto de vista sociológico, escuchar cómo mi amiga Marta siempre habla de Fidel Castro como si ya hubiera muerto. El caso es que el otro día, que no sé a santo de qué volvió a aparecer el 'difunto' Fidel en la conversación, Marta y yo charlábamos sobre cosas pueriles. Lo sé, no deberíamos jactarnos de ello pero, qué quieres que te diga, nos entretiene. “¿Qué te vas a poner para la próxima campaña electoral a las municipales?”, pregunté. “Pues no sé, aún estoy algo confusa pero he pensado en una buena gafa de sol, algo que me proteja de los rayos ‘ultraviolentos’ de los candidatos”, contestó mientras succionaba una horchata a través de una pajita de plástico. “Está campaña promete ser animada”, apunté. “Desde luego. ¿Hay algún candidato nuevo, al que no hayamos votado antes? Uf, es que no puedo aguantarme las ganas que tengo de vivir esta campaña. Va a ser tan...tan...¿pedímos otra horchata?” “Vale. ¿Cambio de tema?” “Por favor”, suplicó Marta.
“¿Te acuerdas del atracador aquel que se hacía llamar Robin Hood y que se pasó 42 años entrando y saliendo de prisión?" "Sí", contestó Marta. "Pues sabe gestionar su tiempo. Algo que tú y yo aún no hemos logrado. Entre que entraba y no entraba en la cárcel, o sea, entre que lo pillaban y no lo pillaban, le dio tiempo a teorizar sobre el arte de delinquir”, conté. “Curioso. Algunos a eso mismo lo llaman programa electoral”, soltó Marta. “El tipo guardaba unos apuntes en los que enunciaba sus claves para ser un profesional del atraco”, expliqué. Entre sus perlas: ‘lo difícil no es saber dar el golpe sino saber conservar el botín’ o ‘en España hay mucho dinero; lo que no hay son profesionales para llevárselo’.
“Ese Robin Hood no conocía a Correa ni tenía conocimiento de la desbordante caridad de nuestro ex president Jaume Matas. De haberlo sabido, no hubiera escrito eso”, comentó Marta, muy relajada. “Pero, ¿no querías cambiar de tema?”, cuestioné. “Imagínate. Todos los candidatos encerrados en una tienda de campaña, conviviendo, tipo Gran Hermano, las 24 horas. Sería una campaña distinta. De hecho sería una tienda de campaña. ¿Crees que algún productor de televisión habrá registrado esta idea?”, preguntó. “Fijo”, contesté. Pero no vi yo que se quedase muy convencida.
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