sábado, 12 de febrero de 2011

PH

De repente, uno se pregunta: ¿qué fue de Sonia Arenas? ¿Y de Maricielo Pajares? ¿Y de todos esos colaboradores que tenía Emma García en 'A tu lado'? Personajes que durante meses, por no decir años, han actuado de piezas, voluntarias o inconscientes, del juego de las cadenas de televisión y que, un buen día, desaparecen. En una demostración de higiene, las teles se duchan de vez en cuando. Pero no es PH neutro todo lo que reluce. Las folclóricas, las amantes de unos y otras y grandes hermanos en general parecen ir, poco a poco, encontrando su verdadero lugar -que en el caso de alguno/a no es otro que el anonimato- para dejar vía libre a una nueva, y sorprendente, generación de protagonistas de la noticia fucsia: los políticos. Ellos se convierten en las actuales estrellas mediáticas, en los propagadores de escándalos, en el almuerzo de un determinado tipo de periodistas que ha visto en esta corriente informativa una manera de disfrazar de prestigio lo que antes era puro chisme malintencionado. Los presidentes del gobierno y los ministros, incluso los líderes de la oposición, hacen gala de sus romances convirtiendo en pública su vida privada. Son carnaza de corrillo de marujas a la vez que primera plana de los periódicos y prensa especializada. Desde el escándalo del gobernador de Nueva York y la prostituta de lujo al ministro de asuntos exteriores finlandés encaprichado de una stripper, pasando por el chapero que, en una falta de profesionalidad que debería pasarle factura, le cuenta a una revista todo lo que nadie le ha preguntado sobre las orgías de Rodrigo De Santos. Primera plana que va del amarillo al rosa. Es el lugar que Nicolas Sarkozy soñó para él y para la primera dama francesa, Carla Bruni, la mujer que se viste de Jackie Kennedy mientras en Estados Unidos se anunciaba que un desnudo suyo salía a subasta por 3.000 dólares. Tal era el afán de protagonismo del presidente de la República que hasta propuso leyes polémicas, como la que bloquea las descargas masivas a través de programas como eMule o Big Torrent. ¡Uff! No echo de menos a Maite Zaldívar pero no tengo claro haber ganado con el cambio. Quizá le solicite a la UE la instalación de un limitador de Sarkozy en mi ordenador. Por higiene y perspectiva, que es como el PH.

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