“‘Cavalieri’ hay muchos, no solo en Italia”, le comenté a Marta. Ella pidió otro orujo. “Lo dará el gen latino”, añadí. En ese momento vimos en la prensa que Berlusconi, entre bromas de fanfarrón, dijo que era un dictador y recordó a Franco. Confieso que viendo ese percal, a veces sueño con despertar y ser como mi edredón: más nórdico. Mientras tanto, nos queda el orujo.
sábado, 26 de febrero de 2011
Como el sabor de una copa de vino
Marta está muy afectada. Ha guardado en el trastero todos los discos de baladas italianas que conservaba desde el 79 y que, cada cinco o seis meses, volvía a escuchar en su viejo tocadiscos. “Tengo a Claudio Baglioni en cuarentena”, me contó, sentados en una terracita. “Después de aquel stripper que me regalásteis en mi cumpleaños, pensar que la mayoría de los italianos volverían a votar a Berlusconi es lo que más me ha decepcionado en la vida”, añadió. Nuestra amiga no comprende como un país que fue cuna del Renacimiento, siglos después fuera capaz de votar a Berlusconi. “Por mayoría absoluta, además”, dije. “Será que el secreto está en la masa”. Pero ni fingió la intención de sonreir. “¿Lo has entendido? La masa, mucha gente, mayoría, pizza...”, insistí. “¡Te he entendido perfectamente! No le veo la gracia. Es como si en España hubiésemos elegido de presidente del gobierno a Jesús Gil”, dijo. Le recordé que Jesús Gil ganó, en 1991, las elecciones municipales en Marbella. Y por mayoría absoluta. Marta no contestó. Al instante, levantó la mano y pidió un orujo que se bebió de un trago. “Somos latinos, como el sabor de una copa de vino”, apunté. Y como ella se mostraba reacia a levantar el castigo a sus vinilos, me ví obligado a recordarle, por ejemplo, las opiniones que, haciendo alarde de progresía y pensamiento de vanguardia, criticaron a Zapatero por haber elegido a Carmen Chacón como ministra de defensa. Con la gracia y espontaneidad de Paco el pocero, algunos glosadores de la opinión diaria definieron entonces a Carmen como ‘la del bombo’. Porque estaba embarazada. Y ciertos sectores del Ejército lo vieron como ‘una provocación’. Supongo que los mismos sectores que deberían estar sentaditos en su casita, arropaditos, cerca del brasero, jugando a hacer maquetas de barcos de guerra.
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