miércoles, 21 de abril de 2010
Por favor, no customices tu coche
Como te iba contando ayer, decidí cambiar de psicólogo. Fue algo complejo porque ya sabes que cualquier cosa que diga un argentino suena mejor. Tuve que dejar a un lado mi debilidad por ese acento y comenzar a buscar nuevo psicoanalista. Recurrí a la persona que más sabe de eso en mi entorno: Marta. “Lo que más se lleva ahora, aparte del refining, es la terapia gestaltica”, me dijo. “Vente conmigo y te presentaré a la gente”. Al día siguiente estábamos esperando en la calle, con un frío de mil demonios, a su novio Leonardo, que pasaría a buscarnos con el coche para ir los tres juntitos al gabinete gestaltico. Ya sabes que las parejas que se psicoanalizan unidas permanecen unidas. No sé si fue el frío o el bótox lo que paralizó mi cara aquella mañana cuando vi aparecer a Leonardo con el coche. Conozco tus argumentos sobre mis prejuicios pero te aseguro que no entiendo a aquellos que convierten el coche en un museo del horror. Pues el vehículo de Leonardo era el catálogo de ese museo. El volante estaba tapizado con una especie de pelambrera de cebra que parecía que le había arrancado media peluca a Cruella De Vil. Eso sin contar el pomo transparente con estrellas de mar y concha jacobea que apretaba cada vez que quería cambiar las marchas. La tapicería del coche, indescriptible; una mezcla entre Aventura en la Selva y Aída. ¿Y los dados que cuelgan del espejo retrovisor? Te entran unas ganas locas de que saquen tres veces seis y se tengan que volver a casa, como en el parchís. Un sudor frío comenzó a recorrer mi nuca. La angustia se apoderó de mi cuerpo. Notaba una presencia a mis espaldas que impedía tranquilizarme. Con la parsimonia propia de una actriz de cine de terror, me fui girando lentamente hasta que... ¡Allí estaba! ¡Dios mío! ¡El odioso perrito que menea la cabeza al más mínimo movimiento, como si fuera la familia de Will Smith en El príncipe de Bel Air! Aquel día no hubo terapia. Me conformé con una tila y con saber qué diablos era el refining.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario