viernes, 16 de abril de 2010

El cerebro gay



Una mañana vulnerable le conté a mi amiga Marta que me tranquilizaba despertar y saber que había gente que velaba por nosotros. Personas que trabajaban para hacernos la vida más segura, más fácil y más completa. “Comprendo”, apuntó Marta. “Quieres decir que te relaja saber que mientras duermes, hay unos científicos estudiando si la homosexualidad tiene algún sustrato biológico para poder reabrir la puerta de la curación”. La conozco desde hace años; estos requiebros suyos debería tenerlos interiorizados y asumidos, pero no es así. “¿Se puede saber de qué coño estás hablando?”, escupí. Marta me contó que un equipo de investigadores suecos había comprobado, otra vez, diferencias entre el ‘cerebro homosexual’ y el ‘hetero’. Para ser más exactos, el de los gays está feminizado, o sea, se asemeja al de las mujeres heterosexuales, y el de las lesbianas, masculinizado. “¿Ese estudio ayudará a mejorar mi calidad de vida en el caso de sufrir un derrame cerebral?”, pregunté. “No”, contestó Marta. “Entonces, ¿por qué no estudiar también el de los líderes eclesiásticos, o el de los fachas, o el de los batasunos? A mí me parece que puede aportar datos infinitamente más interesantes para la convivencia”, apunté, claramente empujado al abismo de la polémica por mi amiga. No comprendo que a estas alturas de los tiempos y los logros sociales, todavía haya investigadores en el primer mundo preocupados por si el homosexual nace o se hace. Dudo de la responsabilidad estrictamente fisiológica de este tipo de estudios y nunca sé si esconden inquietudes más dañinas; si el doctor Frankenstein está agazapado esperando su regreso a escena, con varios electrodos en las manos. Puede que exagere, no lo niego, pero estoy seguro de lo tortuoso y complejo del camino para detenerme un solo instante en cualquier teoría que vuelva a abrir brechas superadas por el tiempo, las relaciones humanas y el sentido común. “¿Sabías que el estudio también ha comprobado que gays y lesbianas procesan los olores de manera distinta?”, dijo Marta. Y me acordé de aquella señora del PP que dijo en una ocasión: “Yo respeto mucho a los gays. Tengo muchos amigos que lo son. Me encantan. Además, huelen tan bien”. Cada día se me ocurren cerebros más interesantes que estudiar...

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