Un 28 de junio de 1969 un grupo de personas le plantaron cara a un sistema represor que les trataba como ciudadanos de segunda, como víctimas perennes de la burla, el escarnio y la prepotencia de los demás. Hasta ahí, todo bien. Pero cuando explicamos que aquello sucedió en el bar Stonewall de Nueva York y que las personas que se rebelaron contra la redada policial eran homosexuales y transexuales, la audiencia pone gesto de “ya estamos otra vez con lo mismo”. A nadie se le ocurriría poner esa cara cuando se habla de lo que significó el I have a dream de Martin Luther King para los derechos civiles de los afroamericanos. Quizá por eso hay que seguir celebrando cada 28 de junio como si fuera el primero. Por eso y porque, por extraño que parezca, a medida que aumentan los logros del colectivo LGTB, crece la homofobia. Lo explicó el investigador estadounidense David William Foster en una universidad mexicana y las cifras de Amnistía Internacional lo confirman. Sólo en Brasil se asesinaron 190 homosexuales en 2008. La ONU tiene aprobada una declaración contra la homofobia pero no emite informes específicos porque algunos países miembros, como Egipto, lo verían como una imposición de los países occidentales. Eufemismo donde los haya. Y no hace falta mirar a los países musulmanes. En nuestra sacro santa Unión Europea, la homofobia planea sobre sus estados sin que a nadie parezca importarle mucho. Las ONG’s alertan de un aumento considerable en Gran Bretaña y las cifras de Italia son escalofriantes. No hay semana en la que algún homosexual o transexual no sea agredido gravemente en alguna ciudad italiana. Mientras, su parlamento se niega a condenar la homofobia por ley y la Unión Europea hace la vista gorda. En España tiene que aparecer una clínica que cura la homosexualidad para que nos demos cuenta que la realidad no es tan amable. Sólo hay que rascar un poco para ver que todos esos derechos son un oasis y que, en la práctica, el oasis es sólo un espejismo.
Para un país y sus habitantes celebrar el orgullo gay no es un problema, celebrarlo en traje de chaqueta o en tanga no es un problema, tener pluma o no tener pluma no es un problema; ser homófono, sí es un problema. Y cuando hablo de homofobia no sólo me refiero al asesino que sale a la caza del homosexual para acabar ensangrentando titulares en los medios de comunicación más sensacionalistas; también señalo al grupo de niñatos que, de botellón, gritan “maricones” a una pareja de chicos que pasa a su lado. Incluso me parece que hay mala intención en la consulta que aparecía la semana pasada en un periódico andaluz, en la que se preguntaba a la gente qué le parecía que el ayuntamiento invirtiera 300.000 euros en financiar los actos del Día del Orgullo Gay. La encuesta, manipuladora y malintencionada, logró que un 82% de la población se posicionase en contra. Claro, con ese enunciado, hasta yo estoy en contra; si hay que ajustarse el cinturón, nos lo ajustamos todos. Así que espero que ese periódico también consulte si hay que financiar el desfile de las Fuerzas Armadas o si en esta época de crisis nos parece bien que cada jugador de la Selección Española cobre 600.000 euros si ganan el mundial.
Les voy a confesar algo, antes de irme de vacaciones. En el programa de RNE que dirijo y presento -"La Transversal"-, no habitualmente, las cosas como son, pero de vez en cuando me encuentro con mensajes en el contestador en el que se me insulta con un lenguaje académico tipo “palomo cojo” o “es que no hay más presentadores en RNE que tienen que poner ustedes a ese maricón…”. Que yo sea un “palomo cojo” no es un problema; que alguien coja el teléfono, marque el número del programa y deje ese mensaje en nuestro contestador, con rabia en la voz, sí es un problema. Lo que no tengo muy claro, señor, es si su problema tiene solución.
Feliz Orgullo Gay a todos y todas.
Bravoooooo eres grande! Soy Pablito ex-sueco
ResponderEliminarTotalment de acord amb tú! Es curioso porque tb he escrito desde Cataluña algo parecido, esto quiere decir que nos queda mucho todavía, hemos conseguido el escaparate, ahora queda lo de dentro!
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