lunes, 15 de marzo de 2010

Una mañana

Una mañana, se prometió que no iba a esperar más. Que el que esperaba, desesperaba, y que aguardar sin razón dilataba el tiempo, como quien ansía agua en el desierto. Se juró nunca más susurrar su nombre a escondidas, como quien toma una última bocanada de aire antes de sumergirse de nuevo en las profundidades del secreto. Se exigió borrar de su mente su solo recuerdo, para que no le asaltase en las noches frías, cuando cerraba los ojos y se entregaba al silencio. Se argumentó de razones para seguir adelante, impidiendo que las notas de una melodía humedeciesen y enturbiasen su paso. Se marcó metas, objetivos, horizontes, puntos lejanos que sirviesen para dejar de caminar sin rumbo fijo sobre un par de suelas desgastadas. Se anuló la capacidad de acariciar la mano amada, de amar la caricia ajena y de amarrar el amor imposible. Se retó a olvidar su número de teléfono, para evitar la tentación de llamarle. Se cuestionó su antes, su hoy y su mañana. Se transformó en quien no era por miedo a parecerse a quien presentía que llegaría a ser. Se alejó de la fuente de su dolor, calmando su sed en aguas saladas. Se travistió de frivolidad, se perfiló la sonrisa y ocultó la pena que oscurece la mirada bajo capas y capas de maquillaje para el corazón. Se negó la voluntad de asentir. Se prohibió recuperar sus palabras. Se propuso tomar el nombre de su Dios en vano y condenarse al fuego de los que aman sin ser amados. Se aisló de todo y de todos, amueblando su vacío, hasta que él le llamó. Escuchó su voz y nada de todo aquello encontró espacio en su memoria.

1 comentario:

  1. Palabras bellas y hermosas de continente y contenido. Ea, no digo más porque no tiene cabida. ;)

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