“Como dijo Noam Chomsky,...” Y en ese momento, acumulo tensión, reacciono a la defensiva, me revuelvo como un gato al que acaban de aplastar la cola. Las citas célebres me producen una extraña desazón que me sitúa siempre contra su emisario, contra el inquilino de la palabra de otro. Y si encabezan frase, ya ni te cuento. La culpa de todo la tuvo Marta, que se empeñó en que pasásemos el día con su primo Luis Miguel, un tipo que ha hecho de la pedantería su tarjeta de visita. Y encima en plena campaña electoral, algo que, de entrada, condiciona la conversación. “Es muy importante que los partidos políticos cuenten en sus listas con intelectuales que permitan liberar el pensamiento, en ocasiones demasiado constreñido por la ideología”, dijo. Fue capaz de fusionar, en una misma frase y con una sola coma, ‘políticos’, ‘intelectuales’ y ‘pensamiento’, cuando todo el mundo sabe que las palabras son símbolos y hay símbolos incompatibles entre sí. Y mientras Luis Miguel hablaba y hablaba, me fijé en la cara de Marta. La tía tiene un talento colosal para hacerte creer que atiende a cada una de tus palabras cuando realmente está pensando en que si es verdad que más de la mitad de los españoles tienen un trastorno mental en su vida, eso aclararía mucho las cosas. Pero como yo no tengo esa habilidad y a mí se me nota que no estoy escuchando, opté por romper el soliloquio de Luis Miguel, alías Luismi, por mucho que le joda. “Yo creo que en la esencia del intelectual está ser crítico con el poder. En el momento en el que pasa a formar parte de una lista o pide el voto para una determinada fuerza política, pierde su categoría y su integridad”, dije, alucinándome yo mismo. “Como dijo Noam Chomsky, -¡y dale!- ‘un intelectual es toda persona que usa su cerebro’”, contraatacó el primo. “Eso confirma que el intelectual es una especie en vías de extinción. A la gente le importa un pimiento lo que opine Chomsky o Eco; ¿para qué queremos opiniones trabajadas si tenemos a los Ozores, que piden el voto para el PP en Mallorca? Además, los intelectuales son muy incómodos y muy arrogantes. Y tú muy pesado, Luismi”. Habló mi corazón y, acto seguido, me arrepentí. Pero aún fue mejor cuando Luismi descubrió que Marta no se había enterado de nada.
Artículo publicado el 19 DE MAYO DE 2007
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