jueves, 8 de diciembre de 2011

Off the record

Cuando empecé a trabajar como periodista, no con contrato fijo y todo eso, no, con un contrato de prácticas, o sea, en los orígenes de la linotipia, me enseñaron muchas cosas. Una fue que el archivo de fotos era un lugar enigmático. De hecho, estoy seguro que ahora que todo es digital y no debe existir un diario con archivo fotográfico de los de toda la vida, muchos lo echarán de menos. Recuerdo que el guardián del archivo del periódico en el que yo inicié mis prácticas tenía las fotos de las mises en el apartado de ganadería. Y cuando lo descubrías y le mirabas buscando una respuesta, él clavaba sus ojos en ti y ya no querías hacer otra cosa que no fuera salir de allí.

En las prácticas también me enseñaron a no usar la primera persona, que es algo que, como ustedes pueden comprobar, no acabé por arraigar a mi estilo, y a decir esa frase tan tópica de “antes la muerte que la fuente”, aunque quien más y quien menos tampoco le tenía tanto cariño a la fuente como para jugarse la vida por ella.

Pero hubo algo que no me enseñaron y que aprendí yo solito. En mi primera rueda de prensa descubrí que lo interesante de verdad, el titular, el pelotazo informativo, siempre te lo van a decir “off the record”, o sea, que te cuentan algo para que lo sepas tú pero que no se haga público. Supongo que eso debe venir muy bien cuando eres analista político y vales más por los off the record que almacenas que por las noticias que das pero cuando eres un becario…¿para qué quería yo un off the record si no era para provocarme migraña? Cuando el personaje decía: “esto te lo comento off the record”, pensaba…¡vete a la mierda! Ahora soltará la bomba y…¿qué debo hacer yo? ¿me salto el off the record y a esperar la que se me viene encima? ¿O tal vez en el fondo está deseando que lo publique? Si es así, ¿no me lo podía decir directamente? En ese caos deontológico y ético fui aprendiendo la profesión. Y les cuento esto para ponerles en antecedentes y comprendan un poco por qué no me gustan los off the record.


Dicho esto, les confieso que hubiese preferido que la princesa Letizia hubiera dicho que está orgullosa de que en España exista matrimonio igualitario en la entrevista que concedió a Vanity Fair, por ejemplo, y no tener que rescatar las declaraciones de un off the record o, peor aún, ni siquiera eso; de una conversación privada en la inauguración de una fachada de un museo de Chile.

A ver, que estoy encantado de que haya hecho esa declaración; para el progreso de un país, más vale una declaración como esa que 50 libros de Pilar Urbano, pero echo de menos el estatus del titular, de la declaración sólida y entrecomillada, la de verdad. Sí, ya sé que ellos no pueden interferir en la vida política de la nación y claro, como ahora a quien amo y con quien quiero pasar el resto de mi vida parece ser que es política, pues por eso mejor que las declaraciones se filtren de esta manera. Bueno, yo hubiese preferido que esas palabras se hubiesen publicado en el interior de una entrevista o en las páginas de un libro y no así, de tapadillo, medio rescatada de una conversación privada. Que yo encantado, ojo, pero no sé...será que en esta sociedad de trazo grueso son los detalles los que nos dan razones para levantarnos cada mañana. Será eso. No me lo tengan en cuenta.

O sí. Hay quien dice que en medio de la tempestad Urdangarín, la filtración de la declaración de la princesa estaba más que premeditada. Hay quien dice que en el enfrentamiento entre cuñadas, Letizia es una corredora de fondo y está empezando a ver la meta. Yo, desde luego, no pienso perderme el mensaje de Nochebuena del Rey. Para mí que no lo va a hacer desde la Zarzuela. Lo va a hacer desde el interior de La Caja de Luxe.

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