Hace un tiempo que noto que mis años no comienzan el 1 de enero, como sería lo lógico, sino el 1 de septiembre. Eso convierte el mes de agosto en una especie de pasarela de barco pirata desde la que darse impulso. Aunque la principal incógnita siempre será si el mar que aguarda abajo estará lleno de tiburones o de pececillos de colores. Historias de bucaneros aparte, tengo la vida planificada como un estudiante: por cursos académicos. Tras las vacaciones de verano, acechan llenos de incertidumbres y nuevos retos. Me he acostumbrado a ello, hecho que no significa que disfrute con esa sensación. Lo apuntaba el otro día en mi Facebook. Sé que la duda forma parte del ser humano; que lo importante no es el final, sino el camino; y que estoy aprendiendo a convivir con la incertidumbre pero, aún así, la impresión es bien rara. Es como ese incómodo pitido que se apropia de nuestro oído cuando abandonamos el volumen atronador de una discoteca. Nos lo llevamos a casa, como si siempre hubiese estado ahí, como si formase parte de nosotros. Pero cuando cerramos los ojos sobre la almohada deseamos, con una intensidad feroz, que desaparezca. Estas reflexiones, propias de un agosto pirata, se convierten en la voz en off de una película de Jim Jarmusch cuando planean sobre una aletargada ciudad como Madrid. Agosto en la capital provoca la misma reacción que el GHB en las ‘musculocas’ de una rave. La ciudad está tan sedada que siento encontrarme ante el mes perfecto para trabajar. No hay atascos, siempre hay sitio en el metro, no hay colas, no hay distracciones, los informáticos de la empresa bajan a arreglar el ordenador cuando les llamas y no 45 minutos después,... Es como si la urbe permaneciese aletargada mientras las empresas funcionan con la tranquilidad y el ritmo productivo con el que deberían trabajar el resto del año.
A esta ciudad le importa un pimiento de Padrón si Jaime Lissavetzsky –creo que hay un estudio que apunta que los apellidos difíciles de pronunciar nunca triunfan en política- y Trinidad Jiménez son “un tándem ganador” o los nuevos concursantes de Hombres y Mujeres y Viceversa. Incluso diría más. Creo que si fueran lo segundo tendrían más respaldo social.
Tengo una vecina que vive enganchada a Telecinco. Prácticamente las 24 horas. Escucho, a través del patio, como empalma, con perdón, un programa con otro. Supongo que disfruta con ello porque no ríe, no se indigna, no llama a los concursos que pueblan todos sus programas,... Si no fuera porque algunas noches noto que se enciende una luz y ningún olor nauseabundo invade el patio, pensaría que está muerta, delante de la televisión, con un montón de envases de helados La Sirena vacíos a sus pies y con los gritos de los colaboradores de Sálvame como únicos testigos de su despedida. Estoy casi seguro que si los candidatos a la alcaldía y a la comunidad de Madrid tuvieran su minuto en Vuélveme loca o se dejaran despellejar los secretos en El juego de tu vida, tendrían su voto. Cuando aún me estaba recuperando de la noticia de que David Cantero será el nuevo rostro de los Informativos Telecinco de las 15.00 horas, me llega una convocatoria al correo electrónico. Me invitan a solidarizarme con una acción que pretende que el próximo 20 de agosto nadie vea la ‘cadena amiga’. La fecha coincide con el estreno de la tv movie Vuelo IL8714, sobre el trágico accidente de Spanair. Los familiares de las víctimas ya han mostrado su desagrado con la miniserie de dos episodios, protagonizada por Carmelo Gómez y Emma Suárez, y han pedido a la cadena que no lo emita al considerarlo una “brutal agresión a las víctimas” por un “afán materialista”. Y apuntan que “no todo vale para conseguir más audiencia”. Ahí se equivocan. Todo vale. Y eso que creo que la miniserie será mucho más respetuosa con las víctimas de lo que lo fueron, hace dos años, los servicios informativos y los programas de todas las cadenas.
Bueno, el capullo de Swacheneger (a mí me parece un capullo) triunfó en política. Lo mismo fue la excepción que confirmaba la conclusión del estudio.
ResponderEliminarCarmelo Gómez y Emma Suárez son dos actores por los que siento mucha simpatía. No veré la miniserie porque no tengo televisión, pero si la tuviera, la vería sólo por verles a ellos.
Te deseo que en el mar de debajo de la pasarela pirata,al menos te encuentres el agua limpia y a una buena temperatura. Y que no te pique la sal en los ojos.
Sin querer hacer ofensiva alusión a su edad, de mayor... quiero ser un poquito como usted. Qué gusto leer a quien sabe escribir y, más difícil todavía, a quien sabe pensar.
ResponderEliminarEso, señor Navia, me lo dice usted a la cara la próxima vez que nos veamos que, por cierto, siempre es un placer. Un abrazo enorme y muchas gracias
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