El pasado martes, sin ir más lejos, el grupo se debatía entre dos temas fascinantes: si tuvieras que compartir una isla desierta con Tomás Gómez y Esperanza Aguirre, ¿a cual de los dos sacrificarías primero para alimentarte? “A Tomás Gómez, que tiene los muslos más anchos”, dijo Encarna, que es morena. “Yo a ninguno. Soy vegetariana”, contestó Marta, que es castaña. “¿Quién es Tomás Gómez?”, preguntó Emma, que es rubia.
El segundo tema, en el área masculina, era: si tuvieras delante una tía en bikini y un Mercedes G55 AMG, ¿qué elegirías? “El coche. Con ese coche podría tener todas las tías en bikini que quisiera”, dijo Josep, que es moreno. “¡Ya te digo! Es el coche de Beckham y de Brad Pitt”, dijo Santi, que es castaño. “Y de Jay-Z. Y de P-Diddy”, dijo David, que es castaño claro y escucha una música muy rara. “¿De qué color sería el bikini?”, dije yo, que también soy moreno pero una vez, hace mucho tiempo, me decoloré cinco veces para teñirme de rubio.
En medio de este enfrentamiento dialéctico, Marta levantó la voz. “¡Dios mío, estamos en la Quinta Temporada!”, dijo. Y es que Marta es una incondicional de Sexo en Nueva York y había llegado a un curioso paralelismo entre la serie y nuestras vidas. “En la quinta, Samatha se vuelve una romanticona, Miranda está deprimida post parto, Charlotte sigue buscando el amor sin encontrarlo y Carrie está más perdida que María Teresa Campos en Telecinco. Y para colmo de males, ¡casi no hay sexo! Sólo les queda Nueva York. ¿No os dais cuenta? ¡Nosotros estamos viviendo nuestra quinta temporada!”, dijo. Luego recordamos que la sexta era la última y nos invadió la angustia, con una pizca de ansiedad.
Sexo en nueva York ya mismo va a ser Las chicas de oro.
ResponderEliminar¡¡¡¡GENIAL!!!!
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