Esta semana, hablando con Guille Mostaza y Santi Capote, del dúo musical Ellos, intentamos buscarle una explicación al hecho de que la entrega de premios en Madrid de los MTV Music Awards no saliese todo lo bien que se esperaba. Guille contaba que él había seguido, a través de la MTV, muchas de esas ceremonias en diferentes capitales europeas y que el resultado era espectacular. Sin embargo, pensaba que la española volvió a quedar a la altura del betún, técnica y artísticamente. Fallos de realización, micros que no sonaban,…algo que no podemos achacar a nuestros profesionales, ya que todo el equipo técnico era extranjero. Entonces, ¿por qué no salió perfecto?
Y llegamos a la conclusión de que tiene que ver con nuestra idiosincrasia y las expectativas que ello genera en las personas que nos visitan. Los equipos humanos de la MTV, cuando están en Estocolmo, no tienen otra cosa que hacer desde que pisan tierra sueca que trabajar minuciosamente en la gala que van a retransmitir. En Madrid, además, pueden irse de copas hasta las diez de la mañana y luego empalmar con el vermut; desean entrar en el ritual del ‘tapeo’ y descuidan el hecho de que hay que controlar el volumen de alcohol que se consume por tapa, despejando siempre la incógnita del valor específico y calórico de la propia tapa. Todavía no existe un estudio matemático fiable que haya dado con la fórmula exacta para salir de tapas y no acabar como los de Jackass, en urgencias y con una brecha en la cabeza. Vamos, que el equipo técnico de los MTV European Music Awards estaba ‘algo perjudicado’ ante la gala. Esa fue nuestra conclusión. Hicimos hincapié en realizadores y técnicos de sonido porque a la parte artística ya se le daba por supuesto el estado de embriaguez. Son músicos. Busquen en Youtube a Ke$ha o la actuación de Katy Perry en el escenario situado en la Puerta de Alcalá y me darán la razón. Juro que pensé que un monumento que había sobrevivido a la Guerra Civil no iba a soportar los berridos sin postproducción de la ¿cantante? californiana. El único que parecía formal era Jon Bon Jovi. Imagino que es cuestión de edad.
Cumpliendo con nuestra idiosincrasia, estuve tomándome unos cócteles de violeta en la inauguración de la exposición Blood and Chocolate, de María Forqué, hija de la actriz Verónica Forqué y del director de cine Manuel Iborra. Y me encontré con una artista muy joven pero que ya tenía un estilo muy definido, en el que se combinaba la técnica de la pintura tradicional con el trazo y la frescura del dibujo y la ilustración.
Junto a pin ups futuristas vi unos retratos estupendos a diseñadores como David Delfín o Carlos Díez, a actores como Quique San Francisco –el cuadro se llama ‘El tito Quique’ y era un encargo del propio actor- o a su propia madre. Observando uno de esos retratos pensé: “Es Juanjo Puigcorbé”. A mi lado, alguien apuntó: “Es Jose Luís Perales”. Menos mal que antes de meter la pata nos avisaron que se trataba de Fernando Fernán Gómez y empezamos a enfocar. No me gustaría achacarle la responsabilidad de mi pobre aptitud fisonomista a los cócteles de violeta pero se me pasó por la cabeza comunicarle a María que, teniendo en cuenta que los principales compradores de esos retratos eran los propios retratados –o un fan demasiado fan-, quizá debería empezar a correr la voz de que el cuadro de Fernando era, realmente, de Juanjo o de José Luis. Digamos que intenté mirar por el negocio del arte. Ahora que recapacito sobre la situación me siento autorizado para señalar que el cóctel de violeta estaba muy fuerte.
Volví a coincidir con Verónica y María Forqué en el showroom de Amaya Arzuaga. La diseñadora organizó el jueves una fiesta-presentación de su última colección ‘SS11’ y por allí estaba el fotógrafo Jesús Ugalde, la actriz Neus Asensi y mucha otra gente guapísima, a excepción de dos mujeres, una rubia y otra morena, que no me extrañaría nada ver dentro de poco en el plató de Sálvame De Luxe diciendo que se han tirado a un famoso. Las dos, abrazadas en plan concurso de miss camiseta mojada, posaban ante las creaciones de Amaya mientras un amigo las retrataba con el móvil. Llegué a pensar que esa especie de precuela de Sonia y Selena había llegado allí por casualidad o directamente atraída por la noticia de que Lady Gaga hubiera adquirido tres modelos de Amaya en su showroom de París. Podría haberlas justificado con la teoría de la idiosincrasia y los gin-tonics que servían en la fiesta, pero no lo hice. Curiosa contradicción.
Sin embargo, me reafirmo en la hipótesis que iniciaba esta crónica cuando observo que, tras su visita a España, el espíritu cafre de los protagonistas de la serie Jackass (se emite en la MTV), ha encontrado seguidores en nuestro país. Basta con teclear en Youtube ‘Jackass made in Spain’ para ver a unos tipos tirarse por unas escaleras subidos en un carro de supermercado, soportar patadas en los testículos o graparse la lengua. Sospecho que eso tiene más que ver con la ‘idio(ta)singracia’ estadounidense y la recurrente globalización. Digo yo.
Totalmente de acuerdo, me ha parecido una gala muy descafeinada, sin escandalos, ni espectacularidad en las canciones. Realmente sosa y me alegra que quede claro que no eran técnicos españoles!!!
ResponderEliminaryo digo:
ResponderEliminarhace un par de finde que estuve en Madrid y me hinché tanto con las patatillas, los choricillos, las olivitas y todas esas tapitas que llegadas las dos de la mañana no me entraba (físicamente) en el cuerpo ni un jodido cubata más
así que me fui a cama con la barriga llena y sin borrachera
idiosincrasia madrileña o yo que soy peor que el Monstruo de la Galletas
Otra globalización puede ser posible en nuestras vidas de americanos.Lo más patético es que tal chorrada como los mtv adwards se realicen en Madrid y no en territorio macdonal.
ResponderEliminar