A veces creo que me muevo por impulsos. No es nada novedoso. Todos reaccionamos de alguna manera a la teoría del impulso y la respuesta. Lo que aún no he llegado a comprender es cómo se organiza la gente porque a mí, esos impulsos, siempre me pillan desprevenido y acaban desconcertándome. El otro día, sin ir más lejos, estaba en casa, descansando entre estrés y estrés, y de repente la vista se perdió entre las torres de discos compactos que tengo en el salón. Sin poderlo controlar, como si fuera un juguete teledirigido, me lancé sobre los compactos y empecé a distribuirlos por orden alfabético. Y como una cosa lleva a la otra, comprobé, no sin inquietarme, que mi discoteca albergaba artistas que nunca hubiese reconocido tener. Los dos primeros discos de Rosana, alguno de Greta y los Garbo, de Revolver, de Manolo García, de ¡¡Gloria Estefan!! Lo primero que pensé fue en sacarme unos euros en las tiendas de segunda mano pero luego me advirtieron que con lo que sacase no podría adquirir ni un cd virgen, así que decliné mi propia oferta. “¿Me puedes explicar porqué demonios tengo dos discos de Rosana?”, le pregunté a Marta en cuanto descolgó el teléfono. “¿Quieres que sea hiriente o solo razonable?”, respondió. “Imagino que porque te gustaba”, añadió. Entonces, la pregunta sería: ¿Por qué me dejó de gustar? Es evidente que sigue haciendo el mismo tipo de música y si, por alguna razón, me interesó hace diez años…¿por qué no lo hace ahora? “Precisamente por eso”, apuntó Marta. “Porque las cosas cambian y ellos no”. En ese minuto pensé que la fidelidad a un artista tenía más que ver con la edad del fan que con el propio artista. Un cantante importante de tu adolescencia es algo que recordarás con cierta nostalgia pero es muy probable que si ese artista sigue en activo –hecho, por otra parte, bastante improbable- tú ya no compres sus discos. Los artistas, las canciones, irrumpen en nuestras vidas en diferentes momentos: algunos son tranquilos como un domingo perezoso; otros son convulsos, como los segundos que preceden a la sorpresa. Dependiendo de ese instante vital, el artista, el grupo o la canción se quedarán en mero recuerdo o, por el contrario, evolucionarán con nosotros, poniéndole banda sonora a los cambios. Hacía tiempo que no escuchaba esa música. Tengo la impresión de que sus creadores están grabando el mismo disco una vez tras otra. Ya no me interesan. Pero no me voy a desprender de ellos. Por lo que pudieron significar. “Sobre disgustos no hay nada escrito”, me dijo Marta. Y me entró la risa.
Quizá debería recuperarlos y pinchar este tema en alguna fiesta...
Me pasa igual que a ti y con casi casi los mismos artistas. Sencillamente ya no me dicen nada. Hay pocos artistas que superen el desgaste del tiempo, la principal en mi caso es Madonna.
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