No va en mi talante ir por ahí amenazando, pero ayer lo hice. “Para las próximas navidades sacamos un calendario”, comenté a los de mi trabajo. Esa fue mi amenaza. Cuando llega el mes de diciembre, la caja de los tópicos se rompe y comienza a esparcir tradiciones en formato serpentina. Turrones en las cabeceras de los supermercados, girnaldas luminosas en las calles, sonido de campanillas, cenas de empresa, lotes de navidad,...y, de unos años a esta parte, el dichoso calendario. Una moda que, como todas, acaba saturando. Poco nos queda ya de aquella ilusión con la que empezamos a recibir esas primeras muestras, siempre benéficas, de cuerpos de bomberos, subrayando lo de cuerpos, posando con poca, o ninguna, ropa.
Ahora ya nada nos sorprende. La oferta de carnaza es tal que podemos elegir si queremos que marzo sea un policía local de Pinto, una fallera, una granjera alemana o un grupo de estudiantes de Medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona. El boom de los calendarios, que deben ser solidarios porque lo que está feo es despelotarse sin que lo exija el guión, ha llegado a tal extremo que hemos visto, con asombro, que la veda se abría y que ya no era necesario tener un cuerpazo de bombero, policía o regatista para posar en pelotas y con una cierta patina aceitosa sobre los bíceps. Hemos visto desnudarse hasta los doctores del Instituto Pascale de Nápoles, dejando constancia fotográfica de que si uno decide en su vida ser investigador del cáncer no le queda tiempo para hacer mancuernas y barras, cosa que, por otra parte, me alegra, que cachitas tenemos muchos pero investigadores... Las madres de Serradilla del Arroyo también lo hicieron. Y ellas, pensando en sus hijos. Aunque no sé si a un hijo lo que más le apetece es ver a su señora madre convertida en el mes de abril.
Lo dicho. Yo, el año que viene saco uno que deje volar la imaginación, como el de los curas. Y todo lo recaudado irá a compensar a todas aquellas personas que alguna vez tuvieran que trabajar a las órdenes de José Luis Moreno.
Siempre tengo la duda de cuándo podemos considerar a alguien buen actor. ¿Jack de Will y Grace es buen actor o no lo es por el hecho de que tiene pluma aunque no esté actuando? Cuando me enteré de que Justin Kirk, el enfermo de sida de Angels in America era heterosexual, su actuación me pareció aún mejor de lo que ya me resultaba. ¿Es José Luis Moreno buen actor o le sale de forma natural el papel que interpretó en Torrente 2? Yo nunca me fiaría de nadie a quien le guste dirigir los movimientos y poner palabras en la boca de otro, aunque el otro sea un ser inanimado.
ResponderEliminarSeguro que José Luís Moreno se lleva una parte (la mayor) ¡Bonita es pa el dinero! O como dijo un día "Alejandro Magno": "Los chulos hay que pagarlos...", perdón, "cuidarlos" quería decir.
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