Nuestra amiga Encarna sigue empeñada en imponerse una cuenta atrás con el único objetivo de ser madre. Según ella, hay mucho de leyenda en eso de que una mujer puede llevarse a la cama al tío que quiera; eso sin contar la responsabilidad subsidiaria exigible cuando en los planes de la cazadora figura que el individuo en cuestión sea el progenitor, que no padre, de su hijo. “Esa exigencia eliminaría a prácticamente el 95% de los tipos que me entrasen una noche cualquiera en el bar de siempre, por poner un ejemplo”, me argumentó Encarna. Por eso barruntaba la idea de la inseminación artificial. “Toma”, le dije soltando el periódico encima de la mesa, como si fuese Julia Roberts en Erin Brockovich. “¿De verdad es esto lo que quieres para tu hijo?”, añadí. Encarna leyó que el estado de los espermatozoides había empeorado en Europa, tanto en calidad como en cantidad. Señalé que además su movilidad era menor y más torpe. La cara de Encarna no se inmutó lo más mínimo. De hecho, la vi más conmocionada cuando Telecinco retiró La casa de tu vida.
“Nunca he tenido grandes esperanzas en ese tema”, dijo, “por eso tengo mi propio estudio de campo sobre la calidad del esperma y creo que el semen en alza ahora es el del testículo derecho, que está más activo, se moviliza más y cuando lo hace, además es con belleza, con estética,... no como esas movilizaciones de testículo izquierdo, que se agitan demasiado al principio y cuando llegan al óvulo, lo hacen agotados y de ahí nacen niños flojos”. En ese momento me di cuenta que había asistido a su monólogo con la boca abierta. Cuando pude reaccionar, apunté que ya que le preocupaba tanto la procedencia, casi ideológica, del semen, yo podía recomendarle a un amigo de un amigo al que hace años le practicaron una orquiectomía. “Creo que su testículo es de centro”, solté. A Encarna no le hizo ninguna gracia. “No pongas esa cara de mala leche, nunca mejor dicho”, bromeé. Ni una mueca que presagiase sonrisa. Nada. Y como ya me veía con los ojos en la mano, como el ser de El laberinto del fauno, dejé caer que los hombres lituanos eran los que mejor calidad de semen tenían. Según la encuesta, ojo. Y hoy me avisan que a Encarna le ha dado por pasearse por la Consellería de Inmigración. Como verás, no gano para disgustos.
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